Los molinos hidráulicos de Navas de Estena
Javier Tordesillas Ortega
PLACA DE LA CALLE DE LOS MOLINOS. NAVAS DE ESTENA
A nuestro amigo Leoncio Sánchez Ortiz, «Leo», en reconocimiento a su cariño hacia sus paisanos y a su pueblo.
Agradecimientos
La realización del presente trabajo no habría sido posible sin la ayuda y aportaciones de las siguientes personas:
Comendador Muñoz, José
Delgado Gallardo, María del Rosario
García Arroyo, Ramón
González Rodríguez, Ernestina
Martín Delgado, Sebastián
Ortiz Sánchez, Marino
Rodríguez García, Benito
Rodríguez García, Daniel
Mi agradecimiento y reconocimiento a todos ellos. Son las últimas personas que guardan y atesoran parte de la vida de los antiguos molineros y de sus familias.
Navas de Estena, 20 de Abril de 2021
Javier Tordesillas Ortega
Índice
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MOLINO DE HERACLIO O DEL ARTILLERO
MOLINO DE BARTOLOMÉ O DE BARTOLO
MOLINO DEL TÍO ZURDO O DEL PULGA
MOLINO DE MAQUILA O DEL MATÓN
ANEXO 1: UNIDADES TRADICIONALES DE MEDIDA
ANEXO 2: PORTADA DEL CONTRATO DE 1896
ANEXO 3: RESUMEN DE LA ESCRITURA DE 1896 DEL MOLINO DE BARTOLOMÉ
ANEXO 4: RESUMEN DEL CONTRATO PRIVADO DE COMPRA-VENTA DEL MOLINO DE BARTOLOMÉ Y DOS HUERTAS EN 1923
ANEXO 5: EVOLUCIÓN DE LA PROPIEDAD DE LOS MOLINOS
ANEXO 6: LOS MOLINOS DEL GUALÍ EN EL ACTA DE SEÑALAMIENTO DE 1830
ANEXO 7: PLANO DE LOCALIZACIÓN DE LOS MOLINOS
Introducción
El paso del tiempo y los cambios en los modos de vida han promovido que determinados usos, costumbres y actividades hayan evolucionado o desaparecido. Este es el caso de los molinos hidráulicos que durante siglos funcionaron y prestaron su servicio a través del trabajo de sus molineros.
La capacidad del hombre para superarse hizo posible la aparición de la electricidad, de nuevos combustibles y la invención de nuevas máquinas; aplicados estos en diferentes campos técnicos han hecho aparecer métodos más efectivos en la producción de todos tipos de bienes y la molinería no escapó a esa modernización. La utilización de motores diésel y de la electricidad para mover la maquinaria moderna hicieron aparecer las llamadas fábricas de harinas. Como consecuencia de esos avances los molinos hidráulicos y los de viento se vieron paulatinamente relegados a un segundo plano hasta que acabaron por caer en desuso. Las fábricas tenían capacidad para moler grandes cantidades de cereales e incluso se conseguían harinas de mayor calidad, los molinos eran lentos y el resultado de su molienda era menos elaborado. En consecuencia, la técnica puso la balanza en contra de los sistemas tradicionales e hizo que la actividad en estos desapareciese en la década de los años sesenta. De todas formas, no hay que olvidar que en algunos molinos se instalaron motores diésel para hacer funcionar su zaranda e incluso el propio molino cuando el flujo de agua era insuficiente (Este es el caso del molino de Maquila que se estudiará en este trabajo).
La aparición de los medios de comunicación modernos y la mejora de vías (carreteras y ferrocarriles) fueron un apoyo importantísimo para el desarrollo industrial y la distribución de sus productos a zonas alejadas, antes la producción artesanal se circunscribía a un ámbito mucho más reducido. En el caso de los molinos era para consumo local o como mucho comarcal.
En nuestro país como consecuencia de la Guerra Civil el pan fue un bien muy escaso dado que los campos se dejaron de cultivar, en la posguerra siguió escaseando; el Estado intervino el trigo y otros productos de primera necesidad que se debían adquirir con las cartillas de racionamiento y siempre que se dispusiera del dinero necesario para ello, cosa que para muchas familias era prácticamente imposible. Se estableció la Fiscalía de Tasas que controlaba la producción de alimentos y otros productos, aplicaban arbitrios e imponían multas a quienes incumplían las disposiciones al respecto. Los agricultores y los molineros no escaparon a la vigilancia de los funcionarios de la Fiscalía y a veces se las tenían que ingeniar para sortear su presión. Como consecuencia de la situación anterior surgió un comercio oculto, el estraperlo. La venta o intercambio de productos que escaseaban se hacía de forma encubierta y de espaldas a las autoridades y la harina fue uno de ellos.
Como ya se ha comentado los molinos hidráulicos se fueron abandonando, este hecho propició que muchos de ellos se arruinasen, se desmantelasen o en el peor de los casos prácticamente desapareciesen. Afortunadamente de un tiempo a esta parte han ido apareciendo personas e instituciones que se han preocupado por rescatar del olvido los molinos hidráulicos ya sea estudiándolos, catalogándolos e incluso restaurando alguno de ellos para que queden como testimonio de un modo de vida del pasado, aunque algunos se hayan destinado a usos diferentes al que en principio tuvieron.
El objetivo de este trabajo está en la línea de lo anteriormente expuesto, de una forma sencilla quiere contribuir a conservar el recuerdo de aquellos viejos molinos que funcionaron en la localidad de Navas de Estena en los Montes de Toledo.
origen y evolución de los cereales
El afán del hombre por buscar recursos para su alimentación en el Paleolítico le llevó, además de a ser cazador, a recolectar todas aquellas plantas, semillas y frutos que ocasionalmente encontraba en la naturaleza. Lo que recolectaba estaba en función de la vegetación que se criaba de forma espontánea en el espacio físico donde vivía y que estaría condicionado por la climatología, tipo de suelo, la latitud y los cambios estacionales.
Los cereales en un principio no se encontraban en cualquier zona del planeta, eran propios de determinadas regiones y su difusión no se produciría hasta su domesticación y cultivo a partir del Neolítico.
Según las investigaciones que se han ido realizando a lo largo del tiempo se puede afirmar que el trigo es originario de Mesopotamia, la cebada de Mesopotamia, Sudeste y Norte de África, el centeno de los valles de los ríos Tigris y Éufrates, la espelta de Turquía y zonas próximas, el mijo de África, la avena de Asia central, el arroz de China e India y el maíz de América del Sur.
La Revolución Neolítica supondría un cambio drástico en el modo de vida de la especie humana, se haría sedentaria y en consecuencia debió cambiar la forma de obtener sus alimentos. Seguirían ejerciendo la caza y recolectando frutos en la naturaleza, pero iniciaron la domesticación de plantas y animales practicando la agricultura y la ganadería. Este fue un proceso paulatino y que no se inició por igual por todo el planeta, mientras que hay regiones que están inmersos en los cambios anteriores otros siguen aún en el Paleolítico. Tradicionalmente se ha considerado que el Neolítico se inició en Mesopotamia, más concretamente en algunas áreas de los valles de los ríos Tigris y Éufrates, pero de forma independiente también se inició en China oriental, Mesoamérica, Los Andes, Nueva Guinea, Norteamérica oriental, África subsahariana y Amazonia. Desde esas zonas se produciría su difusión de forma progresiva a territorios próximos y así sucesivamente.
El paso del Paleolítico al Neolítico supuso un gran cambio en la forma de elaborar herramientas puesto que se pasó de las técnicas de talla a las de pulimentado. En el primer periodo las herramientas se obtenían partiendo de un nódulo o un canto rodado y golpeándolo o ejerciendo presión sobre él se iban desprendiendo lascas hasta conseguir la forma deseada. En el Neolítico para producir muchas de sus herramientas en primer lugar realizaban una talla inicial de la pieza y después la pulían frotándola sobre una piedra hasta conseguir que su superficie quedase lisa. El paso de una técnica a otra también implicó utilizar diferentes materiales, mientras que en el Paleolítico se utilizaron sobre todo el sílex y cuarcita en el Neolítico lo fueron el basalto, la fibrolita y otras rocas susceptibles de ser pulidas; el sílex se seguiría utilizando para confeccionar puntas de flechas, cuchillas y sierras. En este segundo periodo ya se elaboraban herramientas específicas destinadas a la agricultura tales como las azuelas y hoces.
En la Edad Antigua los cereales ya se encuentran bastante difundidos y en la Edad Media suponen la base fundamental en la dieta humana y su cultivo se hace extensivo por amplias zonas del planeta.
Los cereales que se consumen actualmente distan mucho de aquellos primitivos puesto que se fueron seleccionando de forma natural para obtener variedades nuevas que aportasen mayor rendimiento, resistencia a las enfermedades y mejora de su calidad. Pero todo no quedó ahí puesto que a partir de los años ochenta se empezó a desarrollar la manipulación genética de semillas que hizo aparecer nuevas semillas más resistentes y con ciertos efectos negativos en algunos casos para la salud. De todas formas, la legislación vigente al respecto es bastante restrictiva en cuanto al uso de transgénicos (organismos modificados genéticamente).
De igual modo, también se ha producido un proceso de recuperación de algunos cereales que ya casi no se cultivaban y que estaban en proceso de desaparición. Son cereales que antiguamente se sembraban y que poco a poco se fueron olvidando por considerarlos poco rentables. Esta recuperación supone una lucha contra la pérdida de la biodiversidad, debe tenerse en cuenta y recibir apoyos oficiales para que sea más efectiva. Seguramente el caso más conocido es el de la espelta o escaña, cereal cultivado en zonas de clima un tanto frío y húmedo que se dejó de cultivar porque ofrecía bajos rendimientos. Está demostrado que es un trigo con mejor valor alimenticio y de más fácil digestión.
Si nos centramos en el cultivo de cereales en Navas de Estena quizá lo primero que debe apuntarse es la baja calidad de las tierras utilizadas para sembrar en mayor medida cebada, centeno y avena y en menor el trigo.
A lo largo de los siglos que duró el señorío de la ciudad de Toledo sobre los montes (Siglo XIII al XIX) la superficie destinada al cultivo de cereales no fue mucha y se puede considerar que era poco más que para el autoconsumo de la población y la alimentación de sus ganados.
Antes de la desamortización de Madoz la ciudad de Toledo marcó bastantes dehesas en los Montes de Toledo con el fin de arrendarlas y tratar de evitar su posible expropiación (En Navas de Estena se marcaron once dehesas todas ellas con una superficie considerable) aunque no se llevó a efecto tal proyecto. Tras las expropiaciones se crearon fincas de carácter particular, se roturaron bastantes tierras y la superficie cultivada aumentó. En las fincas trabajaban bastantes colonos de la zona o foráneos que labraban las tierras con yuntas de mulas y bueyes, tenían que segar a mano y luego trillar; todo ello con gran esfuerzo y sacrifico por su parte. Dos ejemplos entre muchos otros son los de Cabañeros y Ciguiñuelas donde trabajaban un número considerable de campesinos. En esta última propiedad en el entorno del Capricho, junto a Riofrío, existió un poblado de chozos ocupados por aquellos trabajadores. Pasados los años de la posguerra muchas de esas tierras puestas en cultivo se fueron abandonando y las fincas se destinaron a cotos cinegéticos de caza mayor y para recreo.
Una práctica que se empleaba para roturar tierras ocupadas por el monte era la de cultivo sobre rozas y que consistía en rozar el monte, aprovechar la leña que se obtenía y a finales del mes de Agosto efectuar la quema de la materia vegetal que quedaba sobre el terreno; se roturaba y se sembraba sirviendo las cenizas como abono. Con esta práctica no se obtenían grandes cosechas y pasado el tiempo se abandonaba el cultivo en esas tierras para aplicar la misma técnica en otras nuevas. También se llegaron a sembrar patatas en los terrenos rozados y parece ser que si las lluvias eran favorables no resultaba nada mal. En torno al pueblo se rozaron y sembraron rañas y laderas que hoy en día vemos ocupadas por la vegetación natural, tal es el caso de la Sierra del Ramiro, La Solana, La Bardera, etc. En las fincas y en zonas más alejadas del pueblo igualmente se hicieron rozas, como es el caso de la Vega de Cerro Moro, aguas abajo del río Estena, no muy lejos del límite del término municipal con el de Horcajo de los Montes.
Durante la Guerra Civil los trabajos en los campos quedaron prácticamente paralizados y por tanto los cereales escaseaban, en la zona sublevada en pleno conflicto bélico se creó el Servicio Nacional de Trigo para ordenar la distribución y producción de cereales, especialmente del trigo. Terminada la contienda este organismo siguió funcionando durante bastantes años, pasó a denominarse Servicio Nacional de Cereales para finalmente transformarse en el Servicio Nacional de productos Agrarios. El Servicio Nacional del Trigo se encargó de comprar todas las cosechas de trigo a un precio garantizado lo que animó a los agricultores a sembrar ese cereal, almacenaba la producción en los silos, graneros y almacenes que se fueron construyendo y que constituían la red nacional de silos. Desde esas instalaciones se efectuaba la distribución para el consumo y se garantizaba la existencia de semillas para próximas campañas. Como consecuencia de la liberación del comercio del trigo los silos y las otras edificaciones fueron dejando de tener uso y quedaron abandonadas. En muchos casos han sido cedidos a los ayuntamientos que los han destinado a otros usos.
En Navas de Estena se construyó un almacén en la década de los cincuenta, se utilizó durante una serie de años para finalmente caer en desuso, una vez cedido al ayuntamiento y rehabilitado convenientemente se ha destinado a actividades socio-culturales. En alguno de los años en que funcionó se dio el caso de resultar insuficiente para contener el cereal producido y ciertos agricultores se vieron obligados a llevar su grano al de Retuerta del Bullaque, esto pone de manifiesto que se debió de sembrar bastante y que además se produjeron buenas cosechas.
ILUSTRACIÓN 1. ALMACÉN DEL TRIGO, NAVAS DE ESTENA
Un hecho que no debe quedar en el olvido es que en la localidad raramente se sembraba maíz debido a la cantidad de agua que requería su cultivo, pero en los años sesenta y setenta en dos fincas sí se sembró. Primeramente fue en Avefrías por entonces propiedad de Don Galo Carreas Mejías, se construyeron tres pantanos para recoger el agua procedente de Las Chorreras de Muelas y utilizarlo para el riego. En esta finca durante una buena época se empleó a personas de la localidad para el cultivo del maíz, recogiendo piedras, construyendo cercados y en otras ocupaciones; este hecho por entonces supuso un apoyo para la economía de la localidad. En segundo lugar se plantó en Las Cañadas, se regaba con el agua del pantano construido para recoger el agua del arroyo del Milano en la Morrilla y con agua que se desviaba del río Estena y se efectuó bajo la dirección de algún colono venido de Mocejón. También se sembró tabaco, para ello se construyeron algunos secadores y se recurrió a traer alguna persona de La Vera entendida en su cultivo, un «tabaquero». Pasados unos años ambos cultivos fueron abandonados.
Durante bastantes años en Navas de Estena se sembraron cebada, centeno, avena y algarrobas para destinarlos al consumo de la considerable ganadería caprina que por entonces existía e incluso se tenía que recurrir a comprarlo fuera porque era insuficiente lo producido en la localidad.
En la actualidad la superficie cultivada ha descendido y el número de personas dedicadas a la agricultura ha seguido aún más esa tendencia. Los cereales sembrados se destinan en gran medida al consumo en dos explotaciones ganaderas, una de vacuno y la otra de ovino.
ORIGEn Y EVOLUCIÓN DE LA MOLIENDA
El origen de la molienda tenemos que imaginarlo justamente en aquellas zonas del planeta en que se encontraban de forma natural alguno de los cereales. Antes del Neolítico se recogerían a media sazón o se machacarían un poco para facilitar su ingestión. Sería en el Neolítico cuando al sembrarse los cereales se contemplase la necesidad de recurrir a algún sistema para molerlos y es cuando aparecerá el llamado molino neolítico. Se trata de un molino de mano constituido una piedra plana en la que se había practicado mediante golpes una cavidad cóncava en la que se depositaba un poco de grano y con la ayuda de otra más pequeña se machaba primero un poco y después se molía al desplazar y presionar con un movimiento de vaivén sobre el grano esa segunda piedra. El producto final obtenido por este procedimiento no era una harina como la que acostumbramos a consumir actualmente, era una especie de sémola constituida por la cáscara (el salvado) y su contenido interno (endospermo y germen) que se debía utilizar para ser cocida con agua o asada al fuego a modo de pan ázimo.
Salvando las distancias en el tiempo se puede apuntar que en algunos pueblos del Señorío de Molina en la provincia de Guadalajara de forma tradicional se hacen unas gachas con trigo machacado en un almirez y que se denomina «poleo», algo parecido harían con la harina obtenida en el Neolítico.
ILUSTRACIÓN 2. MOLINO NEOLÍTICO
En un segundo momento apareció el molino manual rotativo constituido por dos piedras cilíndricas. La inferior era fija con forma convexa en su cara superior y la volandera en su cara inferior era cóncava para que ambas se acoplasen. Al accionar un manubrio la piedra volandera giraba y trituraba el grano que se echaba por el ojo de esta y que salía ya molido por los bordes exteriores de ambas piedras. Este tipo de molino ya lo usaban los pueblos prerromanos para moler cereales y bellotas y se han encontrado en yacimientos arqueológicos de diferentes épocas. Posteriormente las caras interiores fueron planas, la inferior tenía un eje metálico que pasaba por el ojo de la superior. Su uso ha perdurado hasta hace no muchos años mejorado con la instalación de una lavija y algunos ganaderos lo usaban para moler las algarrobas del ganado.
ILUSTRACIÓN 3. MOLINO ROTATIVO MANUAL
ILUSTRACIÓN 4. CARAS INTERIORES DEL MOLINO ANTERIOR
La cara inferior de la piedra volandera tiene un rebaje en el que se acoplaba la lavija con un agujero para que pasase el eje y evitar que al girar se descentrase.
Como mejora del molino anterior se ideó el molino rotativo de manivela que básicamente era muy parecido al anterior, pero se accionaba con una manivela que movía una biela que transmitía el movimiento a la piedra volandera.
En las épocas griegas y romanas ya se utilizaban los llamados molinos de sangre que se movían por tracción ejercida por personas o animales. Los más sencillos de los primeros estaban constituidos por dos muelas y la volandera se movía gracias a la fuerza que ejercían dos o más personas que empujando unos agarres la hacían girar. Los segundos estaban movidos por un animal de carga que giraba y tirando de un palo accionaba un engranaje de linterna que cambiaba la dirección del movimiento para transmitirlo a la piedra volandera del molino.
Con el paso del tiempo aparecieron los molinos movidos por la fuerza del agua, serán los molinos hidráulicos, que también ya los usaban los romanos. Los primeros fueron las aceñas, molinos con una rueda vertical con paletas de madera que mediante un eje horizontal transfería la fuerza ejercida por la corriente del agua a un engranaje de linterna, que al igual que en los molinos anteriores cambiaba el sentido del movimiento para terminar moviendo la piedra superior del molino. Posteriormente y como evolución de las aceñas surgirán los molinos movidos por un rodezno situado por debajo de las piedras. Justamente este tipo de molino será el que tenga una amplia difusión empleándose durante siglos en la molienda de cereales. Una variante de este es el denominado molino de regolfo en el que la fuerza impulsora se generaba al soltar poco a poco el agua contenido en un depósito situado debajo de las piedras y en el que estaba el rodezno. Otro tipo de molino hidráulico era el llamado molino de mareas que aprovechaba la subida de estas crecidas para retener en una balsa agua procedente del mar que luego se iba soltando poco a poco para mover la rueda del molino. Una vez que se acababa el agua retenido había que esperar hasta la siguiente marea.
Más modernamente aparecieron los molinos de turbina en los que la fuerza del agua hacía girar este mecanismo que a través de un eje hacía movía la piedra del molino.
En el siglo XX aparecerían las llamadas fábricas de harinas que con la aplicación de motores diésel o electricidad a maquinaria más moderna, como los molinos de rodillos, hicieron que estas tuviesen una gran capacidad productiva obligando a los propietarios de molinos hidráulicos a abandonarlos al dejar de ser rentables. Dado que aparecieron muchas de esas fábricas se produjo un exceso de oferta de harina que unida a un descenso en su consumo provocó un desequilibrio en el sector y en la década de los años sesenta y setenta cerraron bastantes fábricas. Este fue el caso de las fábricas de harinas de Ventas con Peña Aguilera, la de Guadamur, Retuerta del Bullaque y San Pablo de los Montes; sin embargo, la de San José en Toledo prestó servicio hasta el año 1996 en que cerró después de estar funcionando uno ochenta años.
Con la puesta en marcha de la fábrica de Ventas con Peña Aguilera en 1917 dejó de funcionar el molino de viento «Lirio». Está situado en el cerro del Águila junto a la ermita y fue construido en 1870 a instancias de un médico de la localidad. Se utilizaba este sistema porque en el entorno del pueblo no existía ningún arroyo con el suficiente caudal para mover un molino hidráulico y debían desplazarse hasta el Torcón para moler el grano.
En Retuerta del Bullaque hacia 1955 entró en funcionamiento una fábrica de harinas accionada por un motor, era propiedad de Patrocinio Fernández y además de moler el grano producía electricidad con un generador que era «vendida» a aquellos vecinos de la localidad que deseasen hacer uso de ella en el alumbrado de sus viviendas durante unas horas de la noche. Juan Pavón Pérez fue empleado de esta fábrica y además de trabajar en el molino debía ir por las casas una vez al mes cobrando el importe del servicio de electricidad.
El último paso en la evolución de la molinería lo encontramos en las grandes fábricas actuales dotadas de procesos de producción totalmente automatizados controlados mediante ordenadores. En los últimos años se ha producido una reestructuración del sector que ha hecho que la producción quede en manos de un número más reducido de empresas, pero más competitivas.
los MOLINOS DE NAVAS DE ESTENA
Por los restos arqueológicos encontrados en el entorno de la localidad se sabe que en el pasado se produjo ocupación humana en este territorio en el Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales y que tanto los romanos como los visigodos habitaron también estas tierras. A partir del Neolítico se practicó la agricultura y desde el momento en que se sembrasen cereales ya tendrían la necesidad de usar algún tipo de molino para moler su grano y para ello utilizaron molinos hechos con placas de cuarcita. Los visigodos y romanos debieron usar el molino de mano de dos piedras y no sería desacertado pensar que aunque conocían las aceñas no las construyeron por los Montes de Toledo.
Después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) las fronteras entre los reinos almohades y cristianos pasaron de estar en zonas próximas a Los Montes de Toledo a territorios del valle del río Guadalquivir. Como consecuencia de este cambio se consiguió cierta seguridad para poder repoblar con colonos aquellas tierras que hasta entonces estaban ocupados por los árabes o que sufrían sus ataques.
Muchos de los pueblos de Los Montes de Toledo se fundaron como tales a partir del siglo XIII y XIV y dado que estas tierras se encontraban muy aisladas se debía propiciar la construcción de molinos que contribuyesen a la fijación de la población.
Durante el señorío de la ciudad de Toledo los montes siguieron sumidos en el mismo aislamiento secular, que en parte era propiciado por la propia orografía del terreno, por la actividad delictiva de los golfines y por la escasez de vías de comunicación.
Los habitantes de los montes llevaron una vida muy dura y los recursos que obtenían (leñas, carbón, ganados, cereales, miel y cera) se destinaban a su propio consumo, para pagar impuestos y para abastecer a la metrópoli. Ante la falta de seguridad aparecieron las hermandades que poco a poco pacificaron los montes.
ILUSTRACIÓN 5. PIEDRA DE MOLINO SIN TERMINAR DE LABRAR. VENTAS CON PEÑA AGUILERA
Los Montes de Toledo eran unas tierras muy poco pobladas y tendría que pasar bastante tiempo de la Edad Media para que progresivamente se fuesen repoblando y se instalasen molinos hidráulicos en aquellos ríos y arroyos que al menos durante una época del año mantuviesen un caudal razonable para posibilitar su funcionamiento.
Aquellos molinos pertenecían a congregaciones religiosas, cofradías y nobles que los explotaban directamente o los arrendaban. Con el paso del tiempo los molinos fueron cada vez más numerosos y pasaron a manos de particulares. Es de destacar como en el siglo XVI existía un gran número de ellos y rara era la población que no disponía de alguno de estos ingenios, incluso se dieron concentraciones de ellos en algunos cursos de agua como es el caso de Río Frío en Sevilleja de la Jara y en el arroyo de Los Molinos en San Pablo de los Montes.
Los molinos de los montes serán de construcción modesta, por lo general de un único par de piedras, con una capacidad de molienda limitada e incluso con paradas como consecuencia del estiaje de verano.
Gracias a referencias documentales se puede conocer el número de molinos que había en una determinada época, su localización e incluso en algunos casos el nombre sus propietarios.
A través de las Relaciones de Felipe II (Relaciones Histórico – Geográficas – Estadísticas de los Pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II) realizadas entre 1575 y 1578 se ha podido conocer el número de molinos y a veces su localización. Este es un dato muy interesante que muestra el desarrollo que tenía la actividad molinera en aquella época. Se trataba de un cuestionario de veinticuatro preguntas que en nombre del monarca se hizo llegar a los obispos para que estos a su vez se las hiciesen llegar a los sacerdotes de su diócesis y ellos recabasen la información relativa a la población donde ejercían su labor pastoral. No llegó a realizarse en todo en reino, pero sí afortunadamente en Castilla la Nueva lo que hoy nos permite conocer datos de sus localidades y de cómo se vivía por entonces en ellas. En la pregunta número diecisiete se interrogaba sobre las actividades que existían y es en esta donde se consignaron los molinos existentes.
En el cuestionario redactado sobre Navas de Estena el 20 de Enero de 1576 se contesta que existen siete molinos en la localidad.
Según la Relaciones en los pueblos próximos a Navas de Estena había el siguiente número de molinos:
– Retuerta del Bullaque: 5 molinos.
– Horcajo de los Montes: 4 » .
– Navalpino: 2 » .
– Navahermosa: 3 » .
– Hontanar: 10 molinos y 1 batán.
– El Molinillo: 1 molino.
– Navas de Estena: 7 molinos.
Reinando Fernando VI entre los años 1750 y 1754 se realizó el Catastro de la Ensenada con el fin de conocer la situación económica del reino y aplicar un nuevo sistema de contribuciones. Se trataba de un cuestionario de 40 preguntas que por lo general contestaban los curas de las localidades. En concreto las respuestas sobre Navas de Estena tienen fecha de 4 de Junio de 1752 y fueron contestadas por el cura de la localidad Don Antonio Jerónimo Gallego. En la pregunta número diecisiete indica que en esta población hay un molino harinero, propiedad de Juan Rodríguez, vecino de esta localidad, situado en el arroyo de Los Reales a una distancia de media legua del pueblo, muele principalmente en invierno y épocas de lluvias y el resto del año también funciona pero en menor medida y que los beneficios obtenidos en cada año ascienden a doscientos veinte reales.
Por la indicación de la distancia a que está el molino del pueblo se deduce claramente que se trata del molino conocido actualmente como molino del tío Zurdo o molino del Pulga, situado en el margen derecho del arroyo de los Reales, junto al camino de Menasalbas y a unos dos kilómetros y medio del pueblo.
En el cuestionario de Hontanar en la pregunta número diecisiete se manifiesta que en este pueblo hay diez molinos y un batán, así mismo se indica su localización, nombre de los propietarios y rentas que se obtienen por cada uno de ellos. Hace referencia a que uno de los citados molinos se encuentra en el arroyo del Boalin (Actual Gualí o de Los Reales), es propiedad de Juan Martín de Retuerta, muele todo el año y obtiene unas rentas de mil reales. Este molino podría ser uno de los dos que existen actualmente en el arroyo de Los Reales dentro del Gualí, aunque se tienen noticias que en esa misma zona hubo algunos más y por tanto no se puede precisar del que se trata. Estos molinos administrativamente pertenecen al término de Hontanar y por tanto sus propietarios han pagado de siempre sus impuestos al ayuntamiento de esta localidad, pero han estado muy vinculados con Navas de Estena por las siguientes razones:
Se encuentran en la vertiente Sur de los montes, en la misma que Navas de Estena, y Hontanar en la Norte, la distancia a Hontanar a través del monte superaba sobradamente lo que por entonces serían dos leguas y a Navas había bastante menos de una y por buen camino. La propiedad del mencionado molino se encontraba en manos de un vecino de Retuerta y como se comprobará más adelante desde hace unos ciento veinticinco años pertenecen a una familia de navadestenera. Por todo lo anterior, los dos molinos del Gualí se incluirán en este trabajo a sabiendas de que están dentro del término municipal de Hontanar.
En la Relaciones del Cardenal Lorenzana (1784 – 1789) los sacerdotes respondieron a otro cuestionario de 14 preguntas promovido por el cardenal para recabar información de los pueblos de la diócesis de Toledo. En la pregunta número nueve se interrogaba sobre las manufacturas y fábricas, en esta se debía consignar la existencia de molinos. En las respuestas de Navas de Estena no se indica la existencia de molinos. Hay que entender que se omitió este dato, pero que si los había.
En el Diccionario Geográfico-Estadístico de España y sus Posesiones en Ultramar (1845 – 1850) de Pascual Madoz en la información relacionada con Navas de Estena se indicaba que había dos molinos que pertenecían a Retuerta. Estos dos molinos deben de ser los del Gualí y que antes de finalizar este siglo pasaron a manos de Remigio Comendador Ortega. Por entonces aún no se habían fijado los límites su término municipal y debieron incluirse esos dos molinos en él y posteriormente quedarían dentro del de Hontanar.
En el Anuario del Comercio Bailly – Riera (1879 – 1978) se ofrecía información general (número de habitantes, distancia a la capital, fiestas, etc), los cargos públicos y actividades económicas de las distintas poblaciones de nuestro país. Entre las actividades de las que informaba sobre Navas de Estena en los años 1909, 1911, 1920 y 1932 se encontraban los nombres de propietario de molinos de harina y que eran los siguientes:
1909: Remigio Comendador y Evaristo García.
1911: Eugenio Comendador, Evaristo García, Lorenzo Rodríguez y Hermenegildo Rodríguez.
1920: Eugenio Comendador, Gonzalo García, Lorenzo Rodríguez y Hermenegildo Rodríguez.
1932: Hermenegildo Rodríguez.
Como se ha podido comprobar el número de molino existentes en Navas de Estena ha variado con el transcurso del tiempo. El dato que aportan al respecto las Relaciones de Felipe II es bastante llamativo y plantea el interrogante de si era cierto que había siete molinos y de la localización de esos molinos. Entendiendo que existiesen al menos tres molinos en Los Reales, faltan aún cuatro. Hay noticias de que en el espacio que ocupa actualmente la vivienda número 27 de la Avenida de Castilla La Mancha existió uno y que cuando se realizaron las obras de construcción de dicha vivienda se encontraron restos de algunos cimientos y parte de una piedra de molino. Un segundo pudo estar aguas arriba del primero. Sí así fue, debió tratarse de pequeños ingenios movidos por el agua que se retuviese en una balsa mediante un muro o presa. El agua para moler los molinos procedería del aporte del regato que pasa por esa zona y por el que se añadiría del arroyo de Los Reales desde la presa que existió junto a la Tabla del Paso y que vendría por el cauce que aún se conserva en alguno de sus tramos del recorrido. Además, pudieron contabilizarse como de Navas de Estena los dos molinos de Riofrío, ahora dentro del término municipal de Horcajo de los Montes.
Aguas arriba del molino de Heraclio debió existir al menos un molino ubicado en el margen derecho del arroyo a la altura del chorrero de la Cañada de la Yedra, en las inmediaciones del Collado de Las Lanchas. Hay vecinos de la localidad que aseguran haber observado sus cimientos y parte del cauce.
Hace unos años en la finca de Las Iruelas roturando con una máquina desenterraron una piedra de molino que salió partida en dos trozos, el hallazgo se realizó en la Huerta Vieja y ambos trozos hasta hace poco tiempo permanecían allí. Su diámetro era superior a un metro.
Así saldría la cuenta, pero algunas de las informaciones anteriores se deben tomar con ciertas reservas.
En la actualidad quedan en pie los restos de cuatro molinos, tres en el arroyo de Los Reales y uno de construcción más moderna en el río Estena. De ellos se recogerá información, se elaborarán planos y se realizarán fotografías con la intención de preservar para el futuro todo lo obtenido puesto que se corre el riesgo de que algunos datos o restos caigan en el olvido y con paso del tiempo se pierdan. Los molinos son estos:
1- Molino de Heraclio o del Artillero.
2- Molino de Bartolomé o de Bartolo.
3- Molino del tío Zurdo o del Pulga.
4- Molino de Maquila o del Matón.
A estos molinos no solo acudían los vecinos de Navas de Estena sino que también lo hacían desde Hontanar y Retuerta del Bullaque, aunque en estas localidades había también molinos. En concreto los molinos de Retuerta del Bullaque no molían en verano porque el río Bullaque, donde se encontraban, quedaba sin agua durante esa estación. Esta circunstancia ya aparece reflejada en las Relaciones de Felipe II sobre Retuerta del Bullaque, en la pregunta número veintitrés se indica: «De verano van a moler a los molinos de Albohali que están a dos leguas de este lugar».
En Navas de Estena en época no muy lejana además de los cuatro molinos hidráulicos hubo alguna actividad molinera más. En torno al año 1945 en la localidad funcionó un molino movido por un motor de gasoil. Perteneció a Juan Carretero Santos y a Manuel Gutiérrez natural de Horcajo de los Montes, «Manolo el del motor», estaba instalado en la calle de La Fuente en una propiedad de Juan. En él trabajaron como peones Claudio González y Adolfo García realizando labores propias del molino y recogiendo por el pueblo la fanega. No debió de resultar un negocio rentable y antes de desaparecer quedó únicamente en manos de Manuel.
En la década de los años setenta y ochenta Juan Delgado tuvo un pequeño molino eléctrico con el que molía grano destinado a alimentar a los animales, ya fuese lo que él vendía o lo que le llevaban otras personas para que se lo moliese. Esta fue la última actividad molinera.
FUNciOnAMIENTO DE UN MOLINO
Como es sabido para generar un movimiento es necesaria una fuente de energía y en los molinos hidráulicos es la fuerza del agua. La piedra móvil o volandera gira sobre la piedra fija o solera gracias al movimiento que le transmite el rodezno que es impulsado por un chorro de agua y esto hace que el grano que penetra entre ambas piedras sea molido.
Para poder instalar un molino se necesitaba tener cerca un río o un arroyo que aportaría una cierta cantidad de agua para impulsar el mecanismo de molienda. En ese curso de agua debía construirse una presa para retener y desviar el agua hacia un cauce y este lo hacía llegar hasta el cubo del molino. El cubo se llenaba y para ello debía cerrarse el setillo con la cerraja.
Una vez lleno el cubo y la represa, si la tenía, se debían efectuar las siguientes operaciones: se cargaba la torva con el grano, con la ayuda de la tarabilla se regulaba la altura de la canaleja según la cantidad de grano que debía caer. A las piedras se les daba la separación necesaria accionando la llave de alivio para que el grano se moliese con el calibre deseado, se abría el setillo, el agua entraba a presión en el Cárcavo, incidía en los Álabes del rodezno, los impulsaba haciendo girar al árbol, este a su vez hacía lo mismo con la piedra volandera y por su ojo caía el grano, se introducía entre las dos piedras, por efecto de la presión de las piedras y por el movimiento giratorio el grano era triturado y expulsado por los bordes de las piedras para caer en el redor y de este al harinal.
El hacer acopio de agua en el cubo permitía moler un cierto tiempo y dependía del chorro que pasase por el setillo. Cuando quedaba poca agua la presión disminuía y el molino poco a poco se iba parando. A esta forma de trabajar con el molino se denominaba «moler a represa», pero si la cantidad de agua que llegaba por el cauce era abundante se dejaba abierto el setillo y el molino funcionaba de forma continua, sin paradas. A esta forma de trabajar con el molino se denominaba «moler a hilo». Esta segunda forma únicamente se podía poner en práctica cuando el arroyo traía un caudal considerable y entraba bastante agua por el cauce.
Cuando el grano a moler estaba destinado a alimentar a animales se separaban más las piedras y si se quería muy poco molido se separaban aún más y salía «tronzado». Una vez que se encontraba en el harinal con la ayuda de una paleta se echaba en costales y para facilitar esta operación se solía poner un aro hecho con una rama de fresno en la boca de dichos costales. Como casi siempre se molía a maquila era el momento de retirar la parte que le correspondía al molinero por su trabajo. Generalmente la maquila que se quedaban era de un celemín por fanega (Los costales estaban hechos de tal forma que su capacidad era de una fanega).
Si lo que se molía era trigo para consumo humano, para hacer pan, primero debía limpiarse bien de piedras y otras impurezas con la ayuda de una criba o una panera. Muchas veces esta operación se hacía previamente en las casas antes de llevarlo al molino. Una vez molido se retiraba del harinal y debía procederse a separar el salvado (la cáscara) de la harina (el germen). Para esa operación se podía utilizar un cedazo por el que caía la harina y en la parte superior quedaba el salvado, pero este era un sistema un tanto rudimentario y lento. Muchos molinos tenían un torno o zaranda en el que se echaba la mezcla, se hacía girar mediante un manubrio y gracias a unas paletas y cribas que tenía en su interior se separaban los dos componentes que salían por dos aberturas diferentes. En los molinos de Heraclio y de Bartolomé se disponía de uno de estos tornos, en el del Pulga se desconoce si lo hubo y en el de Maquila tenían una limpiadora y un torno movidos por poleas conectadas a un motor.
La tolva estaba hecha de tablas, era de forma piramidal y con el vértice abierto. Se colocaba en posición invertida sobre el castillete y en ella se depositaba el grano que se debía moler, de esta pasaba a canaleja a la que se regulaba su inclinación con la tarabilla. En un lateral tenía el trinquete, un palo que al estar apoyado sobre la piedra vibraba y transmitía sus vibraciones a la canaleja para que hiciese caer el grano. Algunos molineros ponían sobre el grano una bola de madera o un pequeño cencerro atados con una cuerda al borde superior de la tolva y cuando el grano se terminaba caía, rozaba sobre la piedra y servía de aviso para reponer más grano o para detener el molino.
ILUSTRACIÓN 6. PANERA
ILUSTRACIÓN 7. RESTOS DEL TORNO DEL MOLINO DE HERACLIO
ILUSTRACIÓN 8. TOLVA DE MOLINO CON LA CANALEJA, TRINQUETE Y CASTILLETE
La panera era una artesa hecho de corcho que se utilizó para amasar el embutido en la matanzas, para limpiar grano… ¡Y como cuna para los bebés!
ILUSTRACIÓN 9. PLANO GENERAL DE UN MOLINO
ESQUEMA DE UN MOLINO HIDRÁULICO
L E Y E N D A
1 – CUBO 2 – CÁRCAVO
3 – AVENTADERO 4 – SALA DEL MOLINO
5 – TOLVA 6 – CASTILLEJO
7 – CANALEJA 8 – REDOR
9 – LAVIJA 10 – PIEDRA VOLANDERA
11 – PIEDRA SOLERA 12 – BANCADA
13 – SOLERA 14 – HARINAL
15 – LLAVE DEL SETILLO 16 – BARRÓN
17 – ÁRBOL 18 – REFUERZO
19 – LLAVE DE ALIVIO 20 – SETILLO
21 – CERRAJA 22 – RODEZNO
23 – GORRÓN 24 – BANCO
terminología DEl MOLINO
A continuación se exponen los vocablos o términos que los molineros de Navas de Estena empleaban para designar las partes o algunos elementos de sus molinos:
– Abrazadera: Anillo de hierro que se utilizaba para reforzar el árbol. Las abrazaderas se solían poner por encima del rodezno, en su parte intermedia y en la superior.
– Álabes: Pequeñas paletas curvas que estaban instaladas en el rodezno o rueda de los álabes. Sobre ellos incidía el chorro de agua que entraba por el saetín y que generaba la fuerza motriz para hacer que girase el rodezno.
– Aliviadero o aventadero («aventaero»), socaz: Conducto o pequeño túnel por el que salía el agua del molino y que mediante un pequeño cauce volvía de nuevo al arroyo.
– Árbol: Eje vertical de madera de cierto grosor que conectaba el rodezno con la espada. Generalmente era de roble o encina.
– Bancada: Plataforma sobre la que descansaban las piedras y todos los elementos externos del molino. Estaba hecha de obra sobre la solera.
– Banco: Tablón de madera sobre el que descansaba el rodezno en el suelo del cárcavo.
– Barra de alivio: Barra metálica unida al extremo exterior del banco que subía hasta el suelo de la bancada. En su parte superior estaba roscada y tenía una llave o mariposa que giraba para poder subir o bajar el banco y este a su vez hacía lo mismo con la piedra volandera para conseguir la separación deseada con la piedra solera. Así se conseguía moler el grano con el calibre deseado.
– Canaleja: Pequeño canal de madera que conducía el grano desde la abertura inferior de la tolva hasta el ojo de la piedra volandera. Estaba fijada a la base de tolva de forma que pudiese articular y mediante una regleta de madera o una cuerda su extremo inferior se podía bajar o subir para que cayese la cantidad deseada de grano.
– Cárcavo: Cueva o espacio inferior del molino donde se encontraba el rodezno y por donde circulaba el agua después de incidir en los álabes. Estaba justamente debajo de la bancada.
– Castillete: Estructura de palos que sostenía la tolva, tenía cuatro patas y se apoyaba sobre el redor o guardapolvo.
– Cauce o caz: Canal que conducía el agua desde la presa al cubo.
– Cerraja: Pequeña compuerta de chapa que tapaba la embocadura del saetín por el lado del cárcavo.
– Cubo: Depósito de forma cilíndrica o cúbica irregular en el que se retenía el agua que entraría por el setillo.
– Espada o barrón: Barra metálica que conectaba el árbol con la lavija. En su parte inferior tenía forma de bisel para poderla introducir en el árbol (En esta zona tenía alguna abrazadera para reforzarlo), en su parte intermedia era de sección cilíndrica y en la superior cuadrangular para penetrar en la lavija.
– Gorrón o púa: Pieza metálica generalmente de bronce que introducida en el extremo inferior del árbol hacía que este girase mejor sobre el banco.
– Harinal o harnal: Cajón de madera en el que caía la harina al salir del ruedo.
– Lavija: Pieza metálica y plana con forma rectangular o de mariposa con un agujero cuadrangular en el centro en el que se introducía el extremo de la espada.
– Lavijero: Hueco practicado por el cantero en torno al ojo en la cara inferior de la piedra volandera. En él se acoplaba la lavija y esta transmitía el movimiento de giro de la espada a la piedra.
– Llave del setillo o saetín: Llave o mariposa que regula el caudal de agua que entra del cubo al cárcavo. Una barra iba desde la mariposa a la cerraja que cerraba el setillo.
– Llave de alivio: Llave o mariposa que regulaba la separación de las dos piedras. Una barra iba desde la mariposa al banco y este subía o bajaba el árbol y este a su vez hacía lo mismo con la piedra volandera.
– Manzano: Pieza semicircular de madera que se ponía encajada entre el ojo de la piedra solera y la espada. Eran dos piezas e impedían que el grano cayese por esa cavidad.
– Marrano: Cada una de las vigas que sostenían la bancada del molino. Se sustentaban introduciéndolas en unos agujeros practicados en las paredes del cárcavo.
– Maza: Parte inferior del árbol con algunas abrazaderas y latiguillos que se unen al rodezno. Debajo estaba el gorrón.
– Ojo: Agujero que practicaba el cantero en el centro de las dos piedras para que por él pasase la espada.
– Pecho: Espacio plano que quedaba sin rayar entre dos rayones en las caras interiores de las piedras.
– Piedra o muela: Bloque cilíndrico de piedra que trituraba el grano. Cada molino tenía al menos un par de piedras. La piedra solera o fija era más gruesa, no se movía y descansaba sobre la solera del molino. Estaba tallada por su cara superior. La piedra volandera o móvil descansaba sobre la piedra solera y era movida por la espada. Estaba tallada por su cara inferior y también tenía el hueco del lavijero, la superior era algo convexa. Al girar generaba una fuerza centrífuga que desplazaba el grano hacia sus bordes a la vez que era triturado.
– Piquera o pitera: Abertura por la que salía del redor la harina para caer en el harinal.
– Presa: Obra realizada para retener el agua de un curso de agua y desviarla hacia el cauce. Se hacía compactando piedras, tierra y trozos de césped.
– Rangua: Pieza metálica de forma convexa introducida en el banco sobre la que giraba el gorrón o púa. Solía ser de bronce.
– Rayón: Líneas o surcos que estaban grabadas en las caras internas de las piedras.
– Redor o guardapolvos: Cajón de madera que cubría las piedras. Solía ser de forma poligonal. Tenía una abertura circular en el centro para permitir la entrada de la carraca y la caída del grano en el ojo. Sobre el redor descansaba el castillejo con la tolva. Se podía desmontar para poder mover las piedras.
– Represa: Balsa o ensanchamiento del cauce a la entrada del cubo. Aumentaba el volumen de agua retenida.
– Rodezno o rueda de los álabes: Rueda por lo general de metal o madera sobre la que estaban instalados los álabes. Reforzada por unos radios y algún anillo. En su anillo central estaba metido el árbol.
– Setillo o saetín: Embocadura con forma de tronco piramidal por la que pasaba el agua del cubo al cárcavo. Solía ser de una sola pieza hecha en granito, de madera o de fábrica. La parte más estrecha era la del cárcavo y esto hacía que aumentase la presión del agua. Se cerraba con la cerraja.
– Solera: Tarima sobre la que descansaban la bancada. Solía estar formada por grandes planchas de pizarra sostenidas por vigas de madera, los marranos, apoyadas en las pareces del cárcavo.
– Tarabilla: Tensor de madera o cuerda para la canaleja que se utilizaba para regular la inclinación de esta. Estaba sujeta entre el castillejo y la canaleja.
– Trinquete: Palo de madera que estaba unido a un lateral de la canaleja y que se apoyaba sobre la piedra volandera. Servía para transmitir las vibraciones de la piedra a la canaleja y así se propiciaba que el grano cayese al ojo de la piedra.
– Tolva: Depósito con forma de pirámide cuadrangular hecho con tablas de madera y en el que se echaba el grano que se iba a moler. Estaba sobre el castillete en posición invertida, con lo que sería la base hacia arriba y con una abertura en el vértice para permitir que cayese el grano.
Los cuatro molinos
1. – MOLINO DE HERACLIO O DEL ARTILLERO
COORDENAS:
Lat: 39.50950167 Long: – 4.4819
UTM: 37260.311E 4374367.254N
LOCALIZACIÓN:
Se encuentra en el margen izquierdo del arroyo de Los Reales en la finca del Gualí, entre el arroyo y el camino de Navas de Estena a Retuerta del Bullaque por los molinos. El camino tras cruzar el arroyo pasa justamente al lado del molino y en el pasado fue muy utilizado por los campesinos que acudían a moler su grano en los dos molinos que se encuentran en esta zona, por los cabreros y por los labradores que iban a cultivar las tierras de la raña.
PROPIEDAD:
Ya se ha expuesto que en la pregunta diecisiete del Catastro de la Ensenada sobre Hontanar que en el arroyo de Boalin había un molino propiedad de Juan Martín de Retuerta y en el Diccionario de Pascual Madoz se indica que hay dos molinos y que ambos pertenecen a Retuerta.
En fecha desconocida del siglo XIX Remigio Comendador Ortega emigró de Consuegra a Retuerta del Bullaque, en un primer momento compró este molino y la mitad del abajo, después se trasladó a vivir a Navas de Estena. Sus hijas Valentina y Josefa Comendador Delgado lo heredaron, pero pasado un tiempo Valentina compró su parte a su hermana. Al fallecer esta el molino lo heredaron sus hijos Heraclio, Cesárea y Raimundo Gallardo Comendador. Raimundo vendió su parte a Heraclio quedando dos tercios del molino en manos del segundo y un tercio en manos de Cesárea. En esta época se molía por meses: Heraclio molía durante dos meses y Lorenzo Delgado Gamero, esposo de Cesárea, lo hacía por un mes y así sucesivamente. El molino estuvo funcionando hasta el año 1965.
Actualmente la propiedad la tienen los herederos de ambos en la misma proporción.
DESCRIPCIÓN:
El molino lo componen el cubo, un zaguán, la sala del molino, una cocina con chimenea y dos poyos, una pieza más grande del lado del arroyo que se utilizaba de almacén y cuadra. En este espacio estaba el torno manual que se utilizaba para separar la harina del salvado cuando se molía trigo, aún se conserva la estructura metálica de su criba en el mismo lugar donde se hallaba situado.
El cubo tiene forma troncopiramidal, de no mucha capacidad, sin represa, está excavado en pizarra y con una rampa bastante pronunciada.
El cárcavo está excavado también sobre la misma roca y la bancada de lanchas de pizarra descasaba sobre vigas de madera apoyadas en huecos de sus paredes, el setillo de granito se conserva alojado en la pared del cubo en su posición original.
El aliviadero es un pequeño túnel excavado en la pizarra y mediante un cauce el agua retornaba al cercano arroyo.
Antes de que se hundiese la bancada sacaron la rueda de los álabes, las dos piedras del molino fueron retiradas de su emplazamiento original dejándolas sobre el suelo y no hace mucho tiempo una de ellas fue sustraída y la otra la rompieron al intentar llevársela.
Los muros se realizaron con cantos rodados de cuarcita y argamasa de barro. Las cubiertas con vigas de madera, tablas, jaras y tejas árabes. Los muros interiores se revocaron con barro y estaban encalados.
El cauce se encuentra bastante separado del arroyo y tiene una longitud aproximada de 380 metros, discurre por dentro del muro del huerto que perteneció a Cosme García Lancha y que se regaba por dos o tres entradas con el agua que circulaba para el molino. Un pequeño tramo próximo al cubo está excavado en pizarra y tenía un desvío para dirigir el agua hacia los huertos que se encuentran dentro de una cerca de piedras al otro lado del camino. Toda la zona intermedia está sobre tierra y es la de más longitud, ya cerca de la presa nuevamente de pizarra.
La presa estaba hecha de piedras y tierra y debía repararse después de épocas de crecidas si resultaba dañada. Actualmente ha desaparecido en gran parte y lo que queda de ella se encuentra cubierta de vegetación. La entrada del agua al cauce se regulaba con una pequeña compuerta de tablas que modernamente fue sustituida por otra de chapa.
Muy cerca del molino Heraclio construyó una casilla que tiene una cocina con chimenea y una habitación.
Junto al molino hay una pequeña cerca del lado del camino en la que en su día había algunos frutales y castaños. En esta zona hay un pequeño cauce que conduce el agua desde el aventadero al arroyo.
Por encima del molino y a poca distancia hay un pequeño puente para cruzar más cómodamente el arroyo y poder acceder a las tierras del margen derecho y a unas cuadras que hay en ellas.
Los huertos por los lados que no dan al arroyo están rodeados de una cerca construida en piedra seca. La de los huertos de la izquierda del molino está bastante bien conservada, pero la del huerto de la derecha se conserva mucho peor y en algunos tramos ha desaparecido.
ESTADO DE CONSERVACIÓN:
La solera del molino ya no existe. El cubo se encuentra cubierto de zarzas. La cubierta de la sala del molino y de la pieza del lado del arroyo se han hundido, las del zaguán y de la cocina están en muy mal estado. Todos los muros están en pie. El cauce está bastante aterrado y con piedras que han caído en él, únicamente los tramos excavados en pizarra se conservan bien. La presa ha desaparecido en gran parte y lo que queda de ella está cubierto de maleza.
ILUSTRACIÓN 10. FACHADA DEL MOLINO
ILUSTRACIÓN 11. RODEZNO
ILUSTRACIÓN 12. CÁRCAVO Y SETILLO
ILUSTRACIÓN 13. FOTO Nº 4: MOLINO Y CASILLA
ILUSTRACIÓN 14. FOTO Nº 5: CAUCE
ILUSTRACIÓN 15. PLANO DEL MOLINO HERACLIO
2. – MOLINO DE BARTOLOMÉ O DE BARTOLO
COORDENADAS:
Lat: 39.50887667 Long: – 4.48627830
UTM: 372224.748E 4374304.131N
LOCALIZACIÓN:
Se encuentra en el margen derecho del arroyo de Los Reales a poca distancia de la Tabla del Paso, junto al camino de Navas de Estena a Retuerta por los molinos, a unos cuarenta metros del arroyo y a unos quinientos metros aguas abajo del molino de Heraclio.
PROPIEDAD:
En un principio Remigio Comendador Ortega era propietario únicamente de la mitad de este mol pero compró la otra mitad a la persona que era copropietario con él (Anexo Nº 2: Resumen de la primera escritura de compra-venta. 1896) y tras su fallecimiento lo heredaron sus hijos Eugenio y Benita Comendador Delgado. Pasado un tiempo ambos hermanos acordaron construir un segundo molino para que cada uno tuviese el suyo propio y se construyó en El Matón, sortearon entre ellos los dos molinos; a Benita le tocó el del Gualí y a Eugenio el del Matón. En 1923 redactaron un contrato privado de compra-venta por el que Eugenio vendía a Benita la mitad del primer molino y de las huertas (Anexo Nº 3: Resumen de la segunda escritura de compra-venta. 1923). En realidad, el dinero que Benita pagó a Eugenio fue justamente la mitad de lo que costó construir el molino nuevo. Al fallecer Benita lo heredaron sus hijos Bartolomé y Pedro Rodríguez Comendador, pero Pedro cedió sus derechos a su hermano a cambio de parte de una casa en el pueblo. Cuando falleció Bartolomé el molino y las tierras de este fueron divididas en cinco partes para sus herederos, correspondiéndole el molino a Daniel Rodríguez García aunque al final por un trueque pasó a manos de su sobrina Ernestina González Rodríguez.
DESCRIPCIÓN:
El edificio original estaba formado por una amplia sala del molino que a su vez hacía de almacén, una cocina con chimenea y dos poyos y una cuadra. Al principio de los años 80 el tabique que separaba la cocina se cayó, se quitaron la chimenea y los poyos quedando todo en una única pieza.
En el año 1950 se construyó bajo la dirección del maestro albañil Francisco Barbas una pequeña vivienda adosada al molino. En la planta baja tiene un pequeño pasillo, a su derecha una cocina con una amplia «toza» (chimenea) , a la izquierda un dormitorio y al fondo una escalera para subir a la cámara que ocupa toda la planta del edificio. En la fachada principal tiene dos contrafuertes y hay cuatro escalones de subida para acceder a la vivienda.
A la derecha de la casa había un gallinero y una pocilga.
A medio camino entre el molino y la presa se encuentran los muros de un chozo circular en piedra que tuvo techumbre de monte.
El artificio del molino se encuentra al fondo de la sala a la izquierda, donde las paredes de esa zona son altas y labradas en pizarra. Se encuentra bastante bien conservado, tiene el redor de madera completo, aunque algo deformado, las piedras se encuentran en su posición original. Conserva el caballete y la tolva aunque le falta la canaleja que hasta hace poco conservaba, igualmente la barra del alivio ha sido arrancada de su emplazamiento y su llave de forja sustraída.
En el suelo de la sala hay una piedra gastada ahora tapada por los escombros caídos de la cubierta.
Para construir esta estancia, el cubo y parte del cauce se tuvo que realizar un trabajo bastante considerable de desmonte de la ladera inmediata en roca de pizarra.
La bancada del molino fue desmontada cuando se hizo la vivienda, se retiraron las vigas de madera, se hicieron unas nuevas de hormigón con hierro para montar todo de nuevo, también se hizo un setillo nuevo.
El cubo está realizado sobre pizarra, tiene forma cónica, con su pared revocada y con un trozo de piedra de molino incrustado en su lado izquierdo; un tubo situado a la derecha sirve de rebosadero. Tiene un diámetro de dos metros y medio en su parte superior y una altura de cinco.
El cauce tiene tramos labrados en pizarra y otros sobre tierra, se encuentra bastante bien conservado y tiene tres puentecillos, uno para cruzar y llegar al molino y los otros dos para acceder a las tierras de cultivo desde el camino. La parte próxima al cubo está revocada con cemento, es bastante ancha y hace las veces de balsa. En su lado izquierdo, a poca distancia del cubo, tiene un rebosadero por el que salía el agua cuando llegaba a su máximo nivel. Cuando se deseaba regar el huerto se abría un poco más y mediante una reguera llegaba hasta esa zona. A lo largo del trazado tenía algunas salidas para desviar el agua y regar los cultivos sembrados entre el cauce y el arroyo. Tiene una longitud aproximada de 270 metros.
La presa se encuentra situada a muy poca distancia del cruce del camino con el arroyo, está hecha de piedras y tierra con un recubrimiento de cemento y en el inicio del cauce se encuentra algo deteriorada.
El aliviadero del cárcavo es un pequeño túnel excavado en la pizarra y desde este parte un cauce para conducir de nuevo el agua saliente al arroyo.
La propiedad se encuentra separada del camino por una cerca de piedra seca desde la presa hasta las proximidades del molino y el resto tiene una alambrada. El huerto está rodeado en gran parte de su perímetro por una cerca similar, únicamente una zona junto al arroyo carece de ella. Igualmente otra tercera cerca parte desde las inmediaciones de la presa hasta llegar frente a los restos de chozo. Entre ese último cerramiento y el arroyo quedan otras tierras pertenecientes a esta propiedad. Además del huerto gran parte del terreno se dedicaba a cultivo de cereales, garbanzos, judías y patatas.
Este molino fue el último que dejó de moler en Navas de Estena en el año 1965, la última molienda la realizó Daniel para Esteban López Delgado. El de Heraclio había parado un poco antes y el del tío Zurdo fue el primero en hacerlo.
ESTADO DE CONSERVACIÓN:
El edificio del molino tiene gran parte de sus cubiertas derruidas y parte de un muro e igualmente la cubierta de la cuadra también se han caído. La solera del molino y el cubo se encuentran en buen estado. El cauce y la presa se conservan bastante bien. El edificio de la vivienda tiene también las cubiertas y parte de dos paredes caídas.
ILUSTRACIÓN 16. CUADRA Y MOLINO
ILUSTRACIÓN 17. RINCÓN DEL MOLINO
ILUSTRACIÓN 18. TOLVA Y CASTILLETE SOBRE EL REDOR
ILUSTRACIÓN 19. CUBO
ILUSTRACIÓN 20. AVENTADERO
ILUSTRACIÓN 21. EDIFICIO ANTIGUO Y VIVIENDA
ILUSTRACIÓN 22. PLANO DEL MOLINO DE BARTOLOMÉ
3. – MOLINO DEL TÍO ZURDO O DEL PULGA
COORDENADAS:
Lat: 39.506705706 Long: – 4.5064667
UTM: 370521.16E 4374091.343N
LOCALIZACIÓN:
Se encuentra en el margen derecho del arroyo de Los Reales, junto al camino de Navas de Estena a Menasalbas en el paraje conocido como La Solana. Al lado de este molino quedan los restos de un antiguo tejar.
PROPIEDAD:
A este molino se le conoce con los nombres «del tío Zurdo» y «del Pulga» en referencia a los apodos de dos de sus propietarios. El primero fue Evaristo García y el segundo Jesús García.
Según la información extraída del Catastro de la Ensenada en 1754 pertenecía a Juan Rodríguez.
A principios del siglo XX perteneció a los hermanos Antonia, Jesús y Vicenta García y tiempo después a Claudio, Emiliano, Gregoria y Eulogia Arroyo García. Actualmente los restos del molino están dentro de unos terrenos que pertenecen a un único propietario.
En 1920 uno de los molineros era Gonzalo García. Durante muchos años sus propietarios molieron por meses. En la década de los años 50 Sebastián Martín Delgado molió cuando le correspondía el turno a su padre por parte de su abuela Vicenta. Siempre lo hacía en el mes de Octubre y como era muy joven su padre le ayudaba, especialmente si molía por la noche. Los últimos que molieron fueron Claudio y Emiliano hacia el año 1960.
DESCRIPCIÓN:
Estaba constituido por el cubo, un zaguán de entrada, una cocina, la sala del molino y al fondo había una pieza, la más amplia, que servía de cuadra y de almacén.
Sus muros fueron realizados con cantos rodados y con argamasa de barro. Dos muros de la cocina tienen parte de ellos hechos con tapial, lo que podría ser debido a alguna reparación que se realizó después de su construcción inicial.
El cubo tiene forma troncotrapezoidal con rampa, en su lado izquierdo hay un aliviadero flanqueado por dos piezas de granito con un rebaje para alojar unas tablas que actuaban como de pequeña compuerta. La entrada del cauce al cubo formaba una balsa para aumentar el volumen del agua retenida. Su muro tiene un grosor próximo a un metro y con sus paredes internas revocadas.
Del cárcavo queda su hueco muy cubierto por escombros, hace unos años se podían ver el setillo y el aliviadero.
El cauce estaba realizado sobre tierra en gran parte de su trazado, tenía un par de tramos excavados en pizarra, uno junto al primer huerto y otro junto a la presa. Actualmente se encuentra bastante aterrado y cubierto de zarzas. Una vez que llegaba al primer huerto entraba en este por un hueco de la cerca y ya discurría por dentro de esta hasta llegar al molino. Para acceder a cada uno de los huertos había una puerta de palos y para salvar el cauce existían pequeños puentecillos. En el huerto que fue de Juan Delgado había un manantial que se surtía de agua filtrada del cauce y del cual se bebía, su esposa Laura tenía una piedra junto al cauce que le servía de restregadera cuando lavaba allí algunas ropas. Su longitud era de unos 570 metros aproximadamente. Se encuentra muy aterrado debido al paso del tiempo.
La presa estaba hecha de piedras, tierra y trozos de césped de las orillas del arroyo. Después de épocas de lluvias debía repararse porque la fuerza de la corriente la rompía. La última vez que se reparó y se limpió el cauce fue en el año 1981 con la finalidad de que sirviesen para aportar agua a dos de los huertos existentes por encima del molino. La presa desapareció cuando se construyó la nueva del pantano de Los Reales, algo más arriba del lugar en que se encontraba la primitiva del molino.
La zona de los huertos estaba rodeada por una cerca de piedra seca que partía desde el muro del cubo, discurría paralela al camino y llegaba al arroyo por encima del último huerto. En el lado del arroyo no había ningún tipo de cerramiento. De aquella cerca se conservan muy pocos restos, los mejor conservados están a la altura del último huerto.
ESTADO DE CONSERVACIÓN:
De los cuatro molinos este el que se encuentra en peor estado. Ya hace bastantes años que perdió las cubiertas y con el paso del tiempo los muros cada vez se han desmoronado más.
El muro del cubo se ha caído en parte y presenta algunas grietas.
En el pasado antes de que se hundiese la solera retiraron las dos piedras de su emplazamiento para evitar que cayesen en el cárcavo y las dejaron al lado de este. Las dos piedras fueron sustraídas hace unos años y las planchas de pizarra de la rampa del cubo arrancadas e igualmente se las llevaron.
ILUSTRACIÓN 23. VISTA EXTERIOR
ILUSTRACIÓN 24. CUBO Y COCINA
ILUSTRACIÓN 25. SALA DEL MOLINO
ILUSTRACIÓN 26. PIEDRA SOLERA Y CÁRCAVO
ILUSTRACIÓN 27. MURO DEL CUBO, ENTRADA Y COCINA
NOTA:
LAS FOTOS 1, 2, 3 Y 4 FUERON TOMADAS EN 1999.
ILUSTRACIÓN 28. PLANO DEL MOLINO DEL TÍO ZURDO
4. – MOLINO DE MAQUILA O DEL MATÓN
COORDENADAS:
Lat: 39.51349167 Lat: – 4.53567833
UTM: 367986.377E 4374887.615N
LOCALIZACION:
Se encuentra en el margen izquierdo del río Estena, en el paraje del Matón, junto al camino del mismo nombre que termina en el puente de Don Galo en el arroyo de las Becerrillas.
Su nombre proviene del sobrenombre o apodo que pusieron al primer propietario del molino y también lo ostentaron las dos siguientes generaciones. La maquila era el cobro que se hacía en especie, era la cantidad de grano con la que se pagaba al molinero por su trabajo en lugar de hacerlo con dinero. Cada fanega de grano molida daba derecho a retirar un celemín del mismo. El segundo nombre se debe al topónimo del lugar donde se encuentra situado este molino.
PROPIEDAD:
En la página 48 de este trabajo han quedado aclaradas las circunstancias que motivaron la construcción de este molino en torno al año 1923. Mediante el sorteo que realizaron los dos hermanos le correspondió a Eugenio y ya desde entonces ha pertenecido a su familia. Al fallecer este lo heredaron sus hijos Trinidad y Timoteo Comendador García al cincuenta por ciento (Eugenio se casó dos veces, después de enviudar de su primeraesposa contrajo segundas nupcias con una hermana de la primera. Con cada una de sus esposas tuvo un hijo, Trinidad fue fruto del primer matrimonio y Timoteo del segundo). La parte de Trinidad pasó a manos de sus hijos Simona, Victoriano, Gregorio y Lidia Sánchez Comendador y la parte de Timoteo la heredó su hija Amalia Comendador Muñoz. Actualmente la propiedad se encuentra repartida entre cinco personas con distintos porcentajes de participación.
DESCRIPCIÓN:
Originalmente este molino era de unas dimensiones reducidas en comparación con los restos que quedan actualmente de él. Estaba constituido únicamente por una sala para el artificio, una cocina y una pequeña cuadra.
Cuando se construyó este molino Eugenio tomó la decisión de encargar en Ventas con Peña Aguilera dos grandes vigas de granito («marranos») para que sustentasen la solera en lugar de instalar vigas de madera, adoptó esta decisión porque años atrás estando él moliendo en el molino del Gualí se rompieron las vigas de madera y todo el conjunto del molino cayó al cárcavo. Afortunadamente no le ocurrió nada porque se agarró a un gran clavo que había en la pared junto a la que se encontraba en ese preciso momento. No quería que con el tiempo pudiese ocurrir algo similar en este otro molino.
Poseía un único par de piedras al igual que los otros molinos, pero en 1932 Eugenio se planteó ampliarlo con el fin de instalar dos pares de piedras y así aumentar su capacidad de molienda.
Este molino, una vez ampliado, tenía los dos pares de piedras sobre una bancada situada a poca distancia del cárcavo; estaba constituida por una estructura de hormigón y lanchas de pizarra. El barrón no actuaba directamente sobre las piedras, se había instalado una rueda de madera en él y mediante una correa transmitía el movimiento a otra segunda rueda colada en un eje que movía la piedra volandera gracias a la lavija (Este sistema se había colocado en los dos pares de piedras). Para que el barrón se mantuviese en posición vertical estaba sujeto con una zapata de madera encajada entre las vigas de granito.
La fuerza del agua que entraba por el setillo no generaba el potencial necesario para mover al unísono los dos pares de piedras, trabajaban con uno y mientras el otro estaba parado. Cuando se quería utilizar el segundo par había que desmontar la correa y pasarla a la rueda de este. Un par de piedras tenía más marcados los repiques y su separación era la adecuada para moler fino, se utilizaba para el trigo y posteriormente se pasaba por el torno para separar el salvado de la harina. El otro par de piedras tenía un repicado menos marcado e incluso la propia piedra era más tosca y con ella se obtenía una molienda más gruesa, «tronzada», que se hacía con la cebada, el centeno, las algarrobas o con la mezcla de dos cereales. No se pasaba por el torno puesto que se destinaba para la alimentación de los animales.
Además contó con un motor de gasóleo marca R.A. LISTER de fabricación inglesa que compraron de segunda mano en Horcajo de los Montes, una raspadora, una limpiadora y dos tornos manuales. En un principio el motor se utilizó para mover uno de los pare de piedras, la raspadora y la limpiadora. La raspadora se utilizaba para quitar el tizón del trigo cuando lo tenía. La limpiadora («zaranda») se empleó para quitar las piedras y otras impurezas que contenía el trigo y los dos tornos para separar la harina del salvado del trigo.
Al poco de tener el motor se dieron cuenta de que no era rentable el utilizarlo con las piedras del molino porque el costo que suponía el combustible no dejaba margen para los beneficios y desde entonces únicamente se utilizó con la raspadora y la limpiadora.
Este sistema de trabajo debe considerarse más avanzado que el visto hasta ahora en los otros molinos ya que con un único conjunto rodezno-barrón se podían mover dos piedras, aunque no fuese a la vez. Puede considerarse un paso intermedio entre los molinos tradicionales y los más modernos de las fábricas de harinas en las que se utilizarán motores que con poleas y correas para mover las piedras o los rodillos. Hacía que se agilizasen las diferentes tareas y se pudiese moler una mayor cantidad de grano.
Todo lo anteriormente expuesto unido a que se servía en gran medida del agua aportado por el río Estena lo hicieron el más rentable y que funcionase prácticamente todo el año. Los otros molinos eran más lentos en su trabajo y como el arroyo de Los Reales acusaba mucho más las épocas de estiaje llegaban a estar parados durante el verano.
El edificio lo componían un zaguán, la sala del molino, un espacio para almacén con altillo, una habitación con otro altillo y una cuadra. El zaguán era la pieza más amplia, en su extremo derecho había una chimenea; esa zona hacía las veces de cocina. En el exterior a la izquierda se ven los cimientos de lo que fue un pequeño cargadero en el que se ataban los burros cuando había que cargar o descargar los costales de grano. La sala del molino se encontraba a la izquierda del zaguán. En un rincón del lado sur estaba el cárcavo con una bancada de lanchas de pizarra donde estaba instalado el molino original. La habitación hacía las veces de comedor y dormitorio, tenía un altillo encima que servía de trastero. La cuadra se encontraba en el lado norte, con entrada independiente, con una cubierta más baja y parte de sus muros realizados con tapiales. Los muros se hicieron con piedra de cuarcita, pizarra y barro. La cubierta de todo el edificio estaba hecha con vigas de madera, tablas, jaras y tejas árabes fijadas con barro y los muros eran de piedra y pizarra.
En el exterior a la izquierda se observan los cimientos de lo que fue un pequeño cargadero en el que se ataban los burros cuando había que cargar o descargar los costales de grano.
Es de destacar la amplitud de todas las estancias y la altura de sus muros, resultaba un conjunto muy espacioso.
En la zona de la cubierta de la sala del molino debió hacerse alguna reparación después de su construcción porque aún conserva una viga de hormigón de fabricación industrial.
El cubo tiene forma troncopiramidal un tanto alargado y con una rampa muy pronunciada, se encuentra entre dos paredes que forman un ángulo recto en el lado este. A su entrada el cauce es amplio formando una balsa y en su lado izquierdo tiene un rebosadero que vertía el agua sobrante a un pequeño reguero que lo hacía llegar de nuevo al río.
El cauce tiene una longitud aproximada de 380 metros hasta el arroyo de Las Becerrillas donde se encontraba la presa. Contaba con un segundo tramo, ya desaparecido, dentro de la actual finca de Las Cuevas y que también aportaba agua procedente del río Estena a la presa. Discurría por las huertas del lado derecho del camino y estaba flanqueado por numerosos robles. Actualmente se encuentra bastante aterrado debido al paso de los años.
La presa estaba hecha de piedras y tierra en el cauce del arroyo y retenía a la vez el agua procedente de este curso de agua y del río. El aporte mayor lo hacía este último puesto que Las Becerrillas tenían un caudal pequeño y muy estacional, a pesar de que este arroyo recibía las aguas de su afluente El Milano que corría todo el año.
En la finca de Las Cuevas se construyó una pequeña presa en La Morrilla destinada a retener el agua del Milano para utilizarlo en el riego de maíz y esto hizo ver aminorado el caudal de Las Becerrillas.
ESTADO DE CONSERVACIÓN:
Ha perdido totalmente la cubierta, los muros se mantienen en pie y conservan su altura original en gran parte de la edificación. El molino fue desmontado y las piedras fueron retiradas por sus propietarios quienes las guardan.
El rodezno hasta hace unos años se conservaba bien, pero como consecuencia de algún desprendimiento y de la humedad se ha deteriorado.
Algunas de las planchas de pizarra que cubrían el suelo del cubo han sido sustraídas.
ILUSTRACIÓN 29. PLANO DEL MOLINO DE MAQUILA
ILUSTRACIÓN 30. ESQUEMA DEL MOLINO DE MAQUILA
ILUSTRACIÓN 31. VISTA GENERAL DEL MOLINO
ILUSTRACIÓN 32. RESTOS DE TORNO EN EL ZAGUÁN
ILUSTRACIÓN 33. CUBO
ILUSTRACIÓN 34. UNO DE LOS PARES DE PIEDRA DEL MOLINO
ILUSTRACIÓN 35. RODEZNO, ÁRBOL Y BARRÓN
ILUSTRACIÓN 36. INSCRIPCIÓN REALIZADA POR GREGORIO SÁNCHEZ COMENDADOR
ILUSTRACIÓN 37. MOTOR DIÉSEL
ILUSTRACIÓN 38. ZAGUÁN Y SALA DEL MOLINO CON PARTE DE LA CUBIERTA (FOTOGRAFÍA TOMADA EN 1999)
ILUSTRACIÓN 39. RESTOS DE LA RASPADORA
ILUSTRACIÓN 40. DETALLE DEL TORNO
MOLINO DEL TÍO MAQUILA O DEL MATÓN
EDIFICIO EN PIE PRIMAVERA 1980
LA VIDA Y TRABAJOS EN LOS MOLINOS
La ocupación principal en los molinos era la molienda del grano, pero no la única y además no siempre había grano para moler. Era un trabajo lento que había que tomar con calma y según se iba realizando se podían hacer otras tareas, siempre sin dejar de atender el molino. Mientras se iba vaciando la tolva el molinero se dedicaba a envasar el grano ya molido y para ello utilizaban una paleta hecha con una chapa y madera, limpiaba grano, pasaba lo molido por el torno, efectuaba labores de mantenimiento y limpieza del propio molino, reparaba aperos y algún costal roto, tejía esparto e incluso realizaba algunas labores en el huerto si este se encontraba cerca. Si se molía por la noche se aprovechaba para dormir algo, aunque siempre se debía estar pendiente del funcionamiento del molino, para ello el molinero utilizaba mucho el sentido del oído; simplemente con escuchar sabía cómo marchaba la cosa. Si se acababa el grano percibía el sonido de la bola o cencerro, si estaba moliendo a represa y se terminaba el agua del cubo el molino se ralentizaba hasta llegar a pararse, además al caer poca agua por el setillo lo hacía con falta de presión y su sonido era diferente, se decía que «sonaban los chorros».
Por el día si no había alguna otra tarea que realizar simplemente se descansaba y si era invierno se permanecía junto al fuego de la chimenea. En bastantes ocasiones las personas que llevaban grano para moler se quedaban con el molinero, especialmente lo hacían los que venían de Retuerta y entonces charlaban, jugaban a las cartas o dormían para hacer más llevadera la espera. Algunos de los visitantes salían a cazar con la escopeta del molinero y si traían alguna pieza la cocinaban.
ILUSTRACIÓN 41. MOLINO DE BARTOLOMÉ DESDE EL CERRO (1975) Autor: José Lillo
Entre las labores de mantenimiento que se debían realizar estaban la de limpiar el cauce quitando ramas, hojas o tierra caídas y tapar topineras. De vez en cuando debía bajarse al cárcavo para comprobar el estado de conservación del rodezno, de sus refuerzos, del árbol y del setillo. Si alguno de estos elementos necesitaba de reparación o sustitución a veces incluso se tenía que recurrir a desmontar el molino. Podía darse el caso que alguna rama de un árbol terminase por atascarse en el setillo y entonces se debía retirar. En una ocasión como consecuencia de una tormenta en el molino de Bartolo se produjo un atasco considerable, bajó su hijo Benito para tratar de solucionarlo y al poco de estar allí abajo se escuchó un ruido considerable producido por la corriente del agua, tardó en salir y la familia, que estaba de matanza, sufrió un buen susto. Al final todo quedó en una simple anécdota.
Otra labor que debía realizarse era la de repicar las piedras. Era una faena que requería de bastante pericia, fuerza y prudencia porque después de desmontar la parte superior del molino debía retirarse de su emplazamiento y voltearse la piedra volandera para después repicar las dos piedras por su cara interior. Con la ayuda de alguna palanca de hierro, palos largos y resistentes y rodillos había que levantar la piedra, girarla para que su cara interior quedase hacia arriba y desplazarla hacia un lado para proceder a su repicado. Al no disponer de cabria para levantar y girar la piedra era una labor que al realizarla manualmente encerraba cierto peligro y debían de hacerlo con cuidado. Como consecuencia del uso de las piedras el rayado de las dos caras interiores se iba gastando y para que moliesen bien debían de volverse a marcar de nuevo con una punterola (martillo con sus dos extremos terminados en bisel) o con un martillo y un puntero los surcos o rayas que fueron grabados por el cantero. Como se puede observar en la fotografía de la página 81 formaban unos abanicos en diferentes direcciones para facilitar la molienda. Por efecto del frotamiento que sufrían las piedras y por el del repicado estas se iban gastando y su grosor poco a poco disminuía. Una vez repicadas ambas piedras debía colocarse de nuevo la volandera sobre la solera, con especial atención a la colocación de su lavija en su emplazamiento en la cara interior de la piedra (lavijero) y a la entrada de la espada en el agujero de esta. Cuando la volandera estaba bastante gastada y pesaba poco ya no servía para moler y había que sustituirla por otra nueva que se encargaba en Ventas con Peña Aguilera, San Pablo o Cuerva, poblaciones en las que había canteras de granito donde trabajaban los canteros. Una vez elaborada se trasladaba con una carreta hasta el molino. Las piedras duraban bastantes años, pero dado que estos molinos funcionaron durante siglos se debieron cambiar en diferentes ocasiones. Prueba de ello son los fragmentos y piedras completas ya gastados que se han conservado. El estado general de las piedras que funcionaban en los molinos de Navas hasta la paralización de estos era bastante bueno, las más gruesas las del molino de Maquila y las más gastadas las de Heraclio.
En algunos de los molinos, como es el caso del de Bartolomé y Heraclio, vivieron las familias al completo en determinadas épocas. Todos los miembros colaboraban en las tareas del molino, en el huerto, cultivando cereales, patatas, judías y lentejas, cuidando los animales, haciendo leña y recogiendo grano en Navas y Retuerta.
ILUSTRACIÓN 42. PUNTEROLA UTILIZADA PARA REPICAR LAS PIEDRAS
ILUSTRACIÓN 43. PIEDRA VOLANDERA GASTADA
Daniel y Benito, hijos de Bartolomé, iban con tres burros por las casas buscando grano para moler y después de molerlo lo llevaban de nuevo a sus propietarios. Eran muy jóvenes y esa labor les gustaba, sobre todo cuando tenían que a ir Retuerta. Al llegar a las casas se anunciaban diciendo «Que están aquí los molineros». En la mayoría de los casos ya sabían a qué casas debían acudir para ver si tenían algo de grano para moler. Lo denominaban «recoger la fanega».
Cuando los hijos e hijas tenían una cierta edad también aprendían a manejar el molino. En el de Bartolo además de este y los dos hijos sabían moler Irene y Balbina. Al hacerse mayor enfermó y entonces se hicieron cargo del molino los hijos. Balbina y su esposo Luis estuvieron algún tiempo trabajando en el molino. Ya tenían a su hijo Jose y este pasaba bastante tiempo con Heraclio hijo. Ambos eran de la misma edad, tan pronto estaban en un molino como en el otro y jugaban en los molinos o en sus inmediaciones. Al final emigraron como muchos otros jóvenes de su edad, ellos lo hicieron primero a Pantoja donde Luis trabajaba en una ladrillería y en un segundo momento marcharon a una finca propiedad del ceramista situada en la provincia de Guadalajara, allí trabajaron en labores de campo. En esa finca sembraban muchas patatas y en alguna ocasión Luis recurrió a jornaleros de Navas para que fuesen a trabajar recogiéndolas.
ILUSTRACIÓN 44. BARTOLOMÉ Y ESCOLÁSTICA CON SUS HIJOS, UNA FAMILIA DE MOLINEROS
Ya se había empezado a vaciar la España rural por falta de futuro en ella.
El chozo circular de piedra del molino de Bartolomé fue construido en 1952 por una familia procedente de San Pablo de los Montes que trabajó los huertos como medianeros durante cinco o seis años. El matrimonio, Anselmo y Cruz, tenían dos hijas y dos hijos y todos ellos vivían en aquel reducido espacio, incluso tenían una lumbre en su interior en épocas de frío. Regresaron a su pueblo y un tiempo después también emigraron a Alcalá de Henares. Ambas familias, la de Bartolomé y la de Anselmo, no perdieron el contacto y siguieron relacionándose durante bastantes años.
¡Muchas veces las dificultades unen a las personas!
Una vez terminada la Guerra Civil algunas personas por diferentes circunstancias se vieron obligadas a huir de sus pueblos y se escondieron y vivieron en los montes, eran los guerrilleros. Se organizaron constituyendo partidas y agrupaciones con la idea de seguir haciendo frente a la dictadura impuesta y para ello recurrieron a buscar apoyos en los pueblos, a cometer robos, secuestros y otras acciones con el fin de obtener recursos para poder ir viviendo y luchando. El gobierno del general Franco les hizo frente desplazando fuerzas del ejército y de la Guardia Civil a aquellas zonas donde había guerrilleros y una de ellas fueron los Montes de Toledo. Fue una lucha en la que se vio envuelta la población civil y los molineros no fueron ajenos a ella.
Con carácter puramente testimonial a continuación se refieren algunos hechos en los que se vieron implicados los molineros y sus familias:
En el molino de Heraclio habían realizado la matanza de cerdo con el fin de ir teniendo provisiones, una tarde llegaron unos supuestos guerrilleros y les robaron todos los productos la matanza. Heraclio fue al cuartel de la Guardia Civil a denunciar el caso, cosa que era obligatorio realizar, y le dijeron que debía ir al de Hontanar puesto que el molino pertenecía a ese término municipal. Se vio obligado a bajar y subir andando y declarar que el robo lo habían efectuado los guerrilleros a sabiendas que no era cierto, él había conocido a uno de los ladrones y no era un guerrillero.
En el molino de Bartolomé hicieron acto de presencia en alguna ocasión y les pidieron algunos alimentos.
En una ocasión Daniel, hijo de Bartolomé, estaba pastando con unas vacas por la Cañada de la Yedra y tuvo un encuentro con un guerrillero que resultó ser el comandante Honorio. Daniel que era bastante pequeño se asustó al verle, el guerrillero le dijo que no se asustase, que no temiese nada y se limitó a preguntarle quién había en el molino.
En el molino de Maquila la experiencia con los guerrilleros fue bastante más seria y dura puesto que Timoteo fue secuestrado por la partida del Rubio de Navahermosa y se le llevaron al monte. Exigieron un rescate que pagó la familia y fue liberado poco después.
Ya se ha comentado que toda la familia del molinero colaboraba en tareas del molino y del huerto. A los niños desde muy temprana edad también se les encomendaban tareas.
En una ocasión en plena Guerra Civil se había impuesto el toque de queda y no se podía salir para nada del pueblo, en el molino de Bartolomé tenían gallinas y un cerdo. Irene, la hija mayor de Bartolomé, se escapó una tarde y subió para echar de comer a los animales. Estando allí llegaron unos señores de Retuerta a moler grano y como sabía manejar perfectamente el molino no lo dudó y se puso manos a la obra. La molienda duró toda la noche. Sus padres al ver que no regresaba estaban muy preocupados, pasaron toda la noche en vela y al amanecer del día siguiente fueron a contar al alcalde lo sucedido y se les autorizó a subir al molino a buscarla. Cuando no llevaban mucho trecho de camino andado vieron venir a su hija, al juntarse les contó lo que había estado haciendo ¡Tenía nueve años por entonces! (1938).
En el molino de Maquila en un principio se encargó de él Eugenio, cuando Timoteo tuvo la edad suficiente se unió a su padre para seguir el oficio de molinero. A José le llevaban al molino desde muy niño y estuvo muy unido a su abuelo Eugenio. Era apenas un chaval y ya se encargaba de recoger por el pueblo la fanega con tres o cuatro burros, labor que realizaba hasta entonces Eugenio en Retuerta del Bullaque y en el propio Navas de Estena. Poco a poco fue aprendiendo el oficio hasta llegar a ser un excelente molinero. La primera vez que salió del pueblo fue para cumplir con el servicio militar y después de pararse el molino en el año 1964 trabajó en las tierras de la familia, con el ganado y en la finca de Las Cuevas. En el año 1975, ya casado y con dos hijos, decidió emigrar a Villaseca de la Sagra donde trabajó como tractorista hasta su jubilación.
Hubo una época en que se juntaron las tres generaciones, abuelo, hijo y nieto, trabajando en el molino. El último que manejó el molino fue Timoteo.
Al igual que en los molinos de Heraclio y Bartolomé poseían ganado, sembraban cereales en las tierras propiedad de la familia y cultivaban una huerta que tenían por debajo del molino en el margen izquierdo del río. Al encontrarse el terreno de la huerta más elevado que el nivel del río tenían instalada una noria que extraía el agua de este para poder regar. La instalación de esa noria era un tanto curiosa porque estaba montada sobre una estructura de palos en el propio río, tenía un eje muy largo que conectaba la rueda de los cangilones con otra rueda situada en tierra y todo el conjunto era accionado por un burro. Como el eje estaba situado a poca altura del suelo el animal que tiraba de la noria cada vez que llegaba a él mientras daba vueltas debía levantar sus patas para pasar por encima y no tropezar. Además de esta en el río Estena hubo otra noria de este tipo también en el margen izquierdo por encima del Paso de la Mirla y se utilizaba para regar la huerta de Teodosio Ortiz. Ese tipo de noria recibía el nombre de «cantuergana» y las de las huertas «arte».
Aparte de los burros que utilizaban para el transporte, tenían un caballo, cerdos, ovejas, gallinas y algunas colmenas. Los cerdos y las ovejas las guardaban en una pocilga y en un pequeño corral situados a poca distancia del molino, al otro lado del chorrero que discurría junto al cubo del molino.
Dado que en los molinos disponían del grano obtenido por la maquila y lo que ellos cosechaban se podían permitir tener gallinas, pollos para engorde, cerdos, cabras, vacas y burros. Después de cubrir sus necesidades vendían lo que les sobraba.
Otro recurso que se tenía era la caza, especialmente la menor, además de efectuarla a escopeta también ponían lazos y cepos.
En las inmediaciones del molino también solían tener algunas colmenas para obtener miel para el consumo familiar.
Entre lo conseguido con el molino, con la agricultura y con los animales disponían de buenos recursos para que la familia saliese hacia adelante, aunque para ello debiesen esforzase bastante. En la posguerra no sufrieron tantas estrecheces y privaciones como otras familias.
Como ya se ha expuesto en la década de los años sesenta los molineros abandonaron su actividad y con ellos se perdió un modo de vida que se había mantenido durante siglos.
EUGENIO COMENDADOR DELGADO, EL TÍO «MAQUILA»
PRIMER MOLINERO DEL MOLINO DEL MATÓN
JORNADA FESTIVA EN EL MOLINO
EL SEGUNDO POR LA DERECHA ES TIMOTEO COMENDADOR GARCÍA
ILUSTRACIÓN 45. COSTAL DE UNA FANEGA CON LAS INICIALES DE SU PROPIETARIO
ILUSTRACIÓN 46. PEQUEÑO RASTRILLO PARA RECOGER LA HARINA
ILUSTRACIÓN 47. HERRADURA PARA ATAR LOS BURROS. MOLINO DE HERACLIO
DICHOS POPULARES
En la Literatura de tradición oral ha sido frecuente el encontrar referencias a los molinos y sus molineros. En Navas de Estena se han recogido las siguientes:
Refranes:
Agua pasada no mueve molino.
Quien al molino quiere ir, debe madrugar.
En la casa que no hay harina no faltan las tremolinas.
Copla:
Un molinero fue a misa
con harina en el sombre
y hasta los santos se alegran
de ver a los molineros.
Dicho:
Mañana voy al molino, pero no tengo nada entre manos.
Que no tengo ni costal, ni trigo, ni borrico para llevarlo.
Ni siquiera sé el camino.
A MODO DE CONCLUSIONES
En primer lugar, hay que recalcar la importancia que han tenido y siguen teniendo los cereales para la alimentación humana, deben considerarse básicos dentro de la dieta diaria por la energía y nutrientes que aportan.
Desde que en el Neolítico se comenzaron a moler un poco los cereales el hombre en su afán de superación no ha parado de innovar en el campo de la molinería como en tantos otros. En un primer momento aparecieron los llamados molinos de sangre, después las aceñas que darían paso a los molinos de cárcavo y ya más modernamente surgirían las fábricas de harinas movidas en un primer momento por motores diésel y después por electricidad. El último paso lo representan las grandes fábricas actuales con sistemas de producción totalmente automatizados.
En su época la aparición de los molinos hidráulicos supuso un avance técnico de cierta relevancia y su difusión dio un empuje al modo de vida y a la economía rural.
Los Montes de Toledo durante la Reconquista fueron frontera o tierra de nadie que unas veces estaban bajo dominio árabe y otras cristiano. Tendría que llegar el año 1212 en el que la batalla de Las Navas de Tolosa propició el desplazamiento de los árabes hacia el Sur y esta comarca quedaría ya bajo dominación cristiana. Vendría una época de repoblación con colonos y es de entender que por entonces aparecerían los primeros molinos para ir difundiéndose por toda la geografía monteña, suponiendo un apoyo en la fijación de la escasa población existente.
Dado que los Montes de Toledo pertenecieron a la ciudad hasta el siglo XIX los molinos, como todo lo que lo existía y se producía en su territorio, le pertenecían y debían pagarse unos impuestos por ellos a las arcas toledanas.
Al quedar libres del dominio de la ciudad una pequeña parte de la gran extensión de las tierras se puso a disposición de los vecinos de los pueblos y los molinos pasaron también a sus manos. Ya se sabe que un alto porcentaje de las tierras salieron a subasta, fueron adquiridas por gente adinerada y se constituyeron los latifundios que han llegado hasta la actualidad.
Los molinos y sus huertos supusieron una forma de vida para aquellas familias que los poseían, pero después de la Guerra Civil la intervención del trigo por parte del estado y la aparición de las fábricas de harinas representaron el final de su actividad, poco a poco fueron quedando abandonados miles de molinos por toda la geografía de nuestro país y aquel modo de vida desapareció.
En Navas de Estena, como en otros pueblos de la zona, los huertos de los molinos se siguieron cultivando e igualmente se mantuvo algo de ganado en torno a ellos, pero la vida en los molinos cambió de forma radical. Las familias dejaron de ir a pasar temporadas en ellos y cada vez se vieron más abandonados. Los edificios e instalaciones se fueron deteriorando, los cauces se aterraron y sobre ellos creció la vegetación y las presas poco a poco fueron destruidas por las crecidas de los arroyos.
Actualmente la inmensa mayoría de los molinos de los Montes de Toledo están arruinados e incluso de algunos de ellos apenas casi quedan restos y sus huertos se han dejado de cultivar.
Los molinos de Navas de Estena han seguido los mismos pasos, los edificios están en evidente ruina, la propiedad de algunos se ha fragmentado, sus elementos han desaparecido y en algunos casos han sido sustraídos.
Hay que entender que su mantenimiento en el tiempo habría sido una carga económica para sus propietarios de la que no obtendrían ningún beneficio y es por lo que es comprensible su abandono.
Afortunadamente desde hace unos años se ha despertado un interés por ellos, ha habido personas que se han dedicado a estudiarlos y catalogarlos y en algunos casos se han ido recuperando molinos restaurándolos para ponerlos de nuevo en marcha o dándoles otro uso. La idea que se ha perseguido ha sido la de poner en valor y preservar en lo posible el patrimonio cultural que suponen. Ya hay molinos que pueden verse de nuevo funcionar, que son centros de interpretación, museos e incluso se han instalado en ellos restaurantes respetando en lo posible su estado original.
En nuestra zona el molino del tío Mairero en San Pablo de los Montes, el de Brezoso en el interior del Parque Nacional y el molino de viento «Lirio» de Ventas con Peña Aguilera son un buen ejemplo de lo anterior.
A pesar del estado en que se encuentran los molinos de Navas de Estena aún sería posible el restaurar alguno de ellos, pero siempre que concurriesen una serie de circunstancias que lo propiciasen, especialmente el interés de las administraciones públicas por rescatarlos del olvido a que están abocados.
Así mismo, no sería difícil el diseñar una ruta de senderismo para observar sus restos y que la persona que hiciese de guía fuese explicando su funcionamiento y cómo se vivía en ellos. Sería un atractivo turístico a tener en cuenta y se estaría dando a conocer un aspecto de la cultura popular de tiempos pasados que no debemos olvidar. Incluso se podría instalar algún panel explicativo en sus inmediaciones para que sirviera de información a posibles senderistas.
LOS MOLINOS FUERON TAN IMPORTANTES EN EL PASADO QUE NO MERECEN EL OLVIDO Y LA INDIFERENCIA.
Navas de Estena, 8 de Julio de 2018
Javier Tordesillas Ortega
NOTA: Todos los esquemas, planos y fotografías han sido realizadas por el propio autor.
bibliografía
– MELERO CABALLERO, DOMINGO: «Ciudad Real, tierra de molino de agua». 4 Volúmenes. Diputación Provincial de Ciudad Real. 2014.
– MÉNDEZ – CABEZA FUENTES, MIGUEL: «Los molinos de agua de la provincia de Toledo». Instituto de Investigaciones y Estudios Toledanos. Diputación Provincial de Toledo. 1998.
Anexos
ANEXO 1: UNIDADES TRADICIONALES DE MEDIDA
Dado que en el presente trabajo se ha hecho referencia a algunas medidas de capacidad para cereales, la fanega y el celemín no estaría de más el recordar otras unidades que se utilizaban en el pasado y que en muchos casos han caído en desuso con el paso del tiempo o han quedado con carácter testimonial. Se empleaban unidades de capacidad para cereales, unidades de capacidad para líquidos, masa, longitud y superficie que no se correspondían con el Sistema Métrico Decimal porque ya se usaban antes de la implantación de este, que se empezó a utilizar en 1800 y se adoptó como sistema internacional en 1875.
No se debe de olvidar que en algunos casos aquellas unidades no tenían el mismo valor en todas las regiones de nuestro país o podían recibir nombres diferentes. Aquí se presentan las usadas en Castilla.
UNIDADES DE CAPACIDAD PARA CEREALES:
La unidad fundamental era la fanega. Consistía en un recipiente hecho con tablas de madera con forma de prisma cuadrangular abierto por una de sus caras y rematado en bisel por uno de sus extremos que facilitaba su llenado. Para un mejor manejo de esta medida se le ponía un agarrador en el extremo opuesto al pico y una barra de hierro que la atravesaba. Solía tener unos refuerzos de chapa en las esquinas. La media fanega tenía la misma forma que la fanega y las otras más pequeñas de prisma cuadrangular.
1 fanega = 2 cuartos (media fanega)
1 fanega = 4 cuartillas
1 fanega = 12 celemines
1 fanega = 48 cuartillos
1 cuartilla = 12 cuartillos
1 cuartilla = 3 celemines
1 celemín = 4 cuartillos
ILUSTRACIÓN 48. MEDIA FANEGA
ILUSTRACIÓN 49. CUARTILLA CON SU RASERO
ILUSTRACIÓN 50. CELEMÍN
ILUSTRACIÓN 51. ESQUEMA DE UNA MEDIA FANEGA Y SUS MEDIDAS INTERIORES
Según el tipo de cereal que se midiese una fanega de dicho grano pesaba diferente debido a su densidad. La fanega de trigo venía a pesar 43,247 Kg, la de centeno 41,400 Kg y la de cebada 34,5 Kg.
UNIDADES DE CAPACIDAD PARA LÍQUIDOS:
1 arroba = 8 azumbres
1 arroba = 32 cuartillos
1 azumbre
1 arroba equivalía a 16 litros, 1 azumbre a unos 2 litros y un cuartillo a 1/2.
UNIDADES DE MASA:
1 quintal = 4 arrobas
1 arroba = 25 libras
1 libra = 4 cuarterones
1 quintal equivalía a 46 kilogramos, una arroba a 11,5 kilogramos, una libra a 0,4600 kilogramos (460 gramos) y 1 cuarterón a 0,115 Kilogramos(115 gramos).
En el Sistema Métrico Decimal un quintal equivale a 100 Kg.
1 estadal = 4 varas
1 vara = 3 pies
1 vara equivale a 0,8359 metros
1 fanega = 500 estadales cuadrados
1 fanega = 8.000 varas cuadradas
1 fanega = 12 celemines
1 estadal cuadrado = 16 varas cuadradas
1 celemín = 4 cuartillos
pies cuadrados
1 fanega equivale a 5.000 metros cuadrados
1 celemín equivale a 416 metros cuadrados.
NOTA: Ya se ha apuntado que la equivalencia entre unidades tradicionales con las del Sistema Métrico varía según las regiones.
En relación a la fanega como unidad de superficie en algunos pueblos de la Mancha toledana y en Los Montes de Toledo se le asigna el valor de media hectárea.
ANEXO 2: PORTADA DEL CONTRATO DE 1896
ANEXO 3: RESUMEN DE LA ESCRITURA DE 1896 DEL MOLINO DE BARTOLOMÉ
FECHA DE REALIZACION: 21 de octubre de 1896
LUGAR: Navahermosa
OBJETO: Compra-venta de la mitad del molino
NOTARIO: Félix Parrondo
VENDEDOR: Eugenio Sánchez García
COMPRADOR: Remigio Comendador Ortega
TIPO DE DOCUMENTO: Escritura pública
VALOR DE LA VENTA: 500 pesetas
TESTIGOS: Julián Uceta Juarez y Pedro Aragón, ambos vecinos de Navahermosa.
CIRCUNSTANCIAS: Eugenio y Remigio tenían el molino a medias, en proindiviso y el primero vende al segundo su parte. Se da la circunstancia que Eugenio había comprado su parte un mes antes a Nicolás Muñoz.
La escritura se registró en el Tomo 325, Libro 4º de Hontanar, Folio 239, Finca nº 249.
Se liquidaron los derechos reales y de trasmisión de bienes por un importe de 15 pesetas.
ANEXO 4: RESUMEN DEL CONTRATO PRIVADO DE COMPRA-VENTA DEL MOLINO DE BARTOLOMÉ Y DOS HUERTAS EN 1923
FECHA DE REALIZACION: 23 de Agosto 1923
LUGAR: Hontanar
OBJETO: Compra-venta de la mitad del molino y la mitad de dos huertas anexas a este que el vendedor y la compradora tenían en proindiviso.
VENDEDOR: Eugenio Comendador Delgado
COMPRADORA: Benita Comendador Delgado
TIPO DE DOCUMENTO: Contrato privado
VALOR DE LA VENTA: 1250 pesetas
TESTIGOS: Pablo Fernández López, Esteban del Cerro Muñoz y José Fernández García, todos vecinos de Hontanar.
CIRCUNSTANCIAS: Eugenio y Benita habían heredado de sus padres, Remigio Comendador Ortega y ________ Delgado ________ , la mitad del molino y de dos huertas para cada uno de ellos y el primero vende a su hermana las partes que le correspondían .
De este contrato se liquidaron en Hontanar los derechos reales. Eugenio abonó como vendedor la cantidad de 79,50 pesetas (Carta de pago Nº 1388) y Benita como compradora 52 pesetas (Carta de pago Nº 1389).
ANEXO 5: EVOLUCIÓN DE LA PROPIEDAD DE LOS MOLINOS
ACLARACIONES:
Remigio compró los dos molinos del Gualí, también poseía los huertos de ambos molinos y cuatro colmenares.
(1): Valentina y Josefa heredaron la mitad del molino cada una.
(2): Valentina tuvo cinco hijos. Todos heredaron parte del molino. Heraclio compró todas las partes a sus hermanos.
(3): Cesárea heredó la sexta parte de la mitad del molino de su madre.
(4): Inocencia heredó la sexta parte de la mitad de su madre. Cedía sus derechos a moler a Heraclio y este la entregaba a cambio algo de grano.
(5): Raimundo heredó la sexta parte de la mitad de su madre y se la vendió a Heraclio.
(6): Evaristo heredó la sexta parte de la mitad del molino de su madre. Cedía sus derechos a moler a Cesárea.
(7): Martina heredó la sexta parte del molino de su madre y se la vendió a Heraclio.
(8): Filomeno heredó la sexta parte del molino de su madre y la vendió a Heraclio.
CONCLUSIÓN:
Heraclio tenía derecho a moler diez meses al año.
Cesárea tenía derecho a moler dos meses y lo hacía su esposo Lorenzo Delgado Gamero.
ANEXO 6: LOS MOLINOS DEL GUALÍ EN EL ACTA DE SEÑÁLAMIENTO DE 1830
En el acta de señalamiento de la dehesa del Gualí redactada en 1830 por la Intendencia Provincial de Toledo se incluyó la siguiente información sobre los dos molinos allí existentes:
«Otros ¡En el citado arroyo del Guali, se encuentran dos Molinos harineros antiquisimos; el uno que pertenece a la capellanía que en la Parroquia del Lugar de la Retuerta que fundó Juan de Cristobal; y otro propio de Pedro Medina, vecino de este Lugar de Nabas de Estena y como el terreno que ocupan pertenece todo a la tasación de la Dehesa, pagaran sus dueños al poseedor de ella el canon de un real anualmente por cada rueda, con arreglo a lo que en esta parte tiene Toledo concordado con los Pueblos: Asimismo quedan en esta Dehesa, y a la inmediación del Molino primero dos cercos que pertenecen al mismo dueño, cuya cabida de ambos es media fanega de las comprendidas en las de primera clase y conforme a su valor deberá pagar el canon correspondiente a su poseedor: Del mismo modo pertenecen a Pedro Medina otros seis con cuatro fanegas de la misma clase que los anteriores y que su canon había de satisfacer bajo el mismo concepto, los cuales seis cercos están a la inmediación del otro su Molino = «.
ANEXO 7: PLANO DE LOCALIZACIÓN DE LOS MOLINOS
Navas de Estena, 20 de Mayo de 2022
Javier Tordesillas Ortega