Introducción
FORMACIÓN DE NUESTRO PLANETA Y ORIGEN DE LA VIDA
Aunque esta entrada de la página web está dedicada a los trilobites, sin duda los fósiles más representativos del Ordovícico de los Montes de Toledo, en un principio se presentarán una serie de consideraciones muy generales sobre los orígenes de nuestro planeta, de la aparición de la vida en este y de su evolución.
La opinión más generalizada entre la comunidad científica, aunque no la única, sobre el origen de nuestro planeta es que se produjo una gran explosión de una estrella supernova y esto generó una gran nebulosa de polvo, gases e incluso rocas. Aquellos materiales se fueron concentrando y de aquella concentración en primer lugar se formó el Sol y en un segundo momento los planetas. Debido a grandes fenómenos radiactivos la Tierra se calentó hasta el punto de que sus materiales se fundieron y los más pesados formaron su núcleo. Después se fue enfriando, se formó la corteza para posteriormente dar paso a los primitivos continentes, transcurridos millones de años se unieron para dar paso a la Pangea y finalmente esta se fragmentaría y dio paso a los continentes actuales.
A título de curiosidad a continuación se muestran algunos datos sobre nuestro planeta para que gracias a ellos nos hagamos una idea de su tamaño (ocupa el quinto lugar en el Sistema Solar).
- Perímetro: 074 Km
- Radio: 378 Km (Ecuador) y 6.356 Km (Polo)
- Volumen: 108321 X 102 Km3
- Superficie: 510,1 millones de Km2
- Proporciones en superficie: 70% agua y 30% tierra
En cuanto al origen de la vida a lo largo del tiempo se han ido elaborando diferentes teorías en base a los conocimientos que se tenían en ese momento e incluso en función de las creencias predominantes de la época. Algunas de ellas deben considerarse faltas de rigor y totalmente desacertadas, otras serían los primeros pasos en busca de esos orígenes.
En primer lugar hay que considerar que para que se produjese la aparición de la vida en un planeta debían concurrir una serie de circunstancias o factores que la propiciasen y la Tierra los reunía. Su composición, tamaño, distancia al Sol, existencia de una atmósfera con oxígeno y vapor de agua eran los elementos básicos y necesarios para que en nuestro planeta pudiesen aparecer las primeras manifestaciones de vida.
Actualmente la teoría que más peso científico tiene es la que propugna que la vida en nuestro planeta se originó gracias a una serie de reacciones químicas favorecidas por las condiciones ambientales existentes por entonces. Los gases que se desprendieron al producirse el enfriamiento de la corteza terrestre se condensaron y generaron la primera atmósfera. Según aumentaba aquel enfriamiento hizo que el vapor de agua ya existente en la atmósfera se condensase y precipitase sobre la superficie terrestre y apareciesen los océanos y mares.
Gracias a la combinación de compuestos químicos, a la acción de la energía solar y la eléctrica procedentes de tormentas se generó lo que se ha dado en llamar “sopa orgánica”. A esta combinación en un segundo momento se unieron ciertos ácidos nucléicos y esto ya dio pie a la aparición de los primeros organismos heterótrofos no fotosintéticos (3000 – 3500 m.a.). En este momento debieron aparecer los estromatolitos, organismos constituidos por cianobacterias capaces de fijar el carbonato cálcico y formar estructuras sedimentarias. Estas formaciones deben considerarse auténticos “fósiles vivientes” dado que aún siguen existiendo y en algunos casos casi se podría afirmar que no han evolucionado desde hace unos 3000 m. a.
ESTROMATOLITOS
SECCIÓN DE UN ESTROMATOLITO
En un tercer momento debieron aparecer las células eucariotas (unos 2100 m.a.) y a partir de entonces surgieron seres pluricelulares más complejos, las plantas fotosintéticas y los primeros invertebrados que poblarían las aguas de los mares.
Hay otras teorías que defienden que el origen de la vida pudo deberse a la llegada a la Tierra de algunos aminoácidos procedentes del espacio o que en las profundidades marinas en torno a los llamados respiraderos hidrotermales surgieron los primeros gérmenes de vida.
Cuando a uno le vienen a la mente los estudios del río Tinto por parte de la NASA para establecer similitudes con el planeta de Marte le da por pensar si en los albores de la vida en nuestro planeta pudo ocurrió algo similar con eso de los microorganismo quimiolitótrofos (“comedores de piedras”). Igual ocurrió algo similar en la Tierra hace millones de años.
Fuera como fuese, la realidad es que la vida surgió en nuestro planeta hace unos 3500 millones de años y desde entonces ha ido evolucionando, han apareciendo y desapareciendo miles de especies animales y ese milagro, del cual somos parte nosotros, debe continuar y la especie humana tiene la obligación de preservarlo.
Si pudiésemos equiparar la magnitud de los 4500 millones de años de existencia de la Tierra a la duración de medio día, doce horas, podríamos hacernos una idea más sencilla de la sucesión de algunos hechos y apariciones ocurridas hace millones de años. El siguiente “reloj geológico” puede ayudarnos a comprenderlos.
Los trilobites
Los trilobites eran unos artrópodos marinos que aparecieron hace unos 520 millones de años en el Cámbrico, tuvieron su máxima difusión en el Ordovícico, en el Devónico fueron perdiendo presencia, en el Carbonífero era bastantes escasos y ya en el Pérmico se extinguieron definitivamente. Existieron en torno a 300 millones de años.
Como se comprende, fueron propios únicamente del Paleozoico y por esa razón a veces a esta era se le ha denominado la Era de los Trilobites.
Proceden por evolución de ciertos artrópodos primitivos, los protoartrópodos, y estos de anélidos existentes con anterioridad. Ambos grupos fueron propios del Cámbrico Inferior.
Los fósiles de trilobites, de los que hay miles de especies diferentes, han sido muy útiles al realizar estudios paleontológicos puesto que han servido para establecer zonas biológicas, pisos geológicos o relacionar zonas distantes gracias a trilobites comunes en ellas.
Por lo general los trilobites se encuentran asociados a rocas sedimentarias de grano fino como lo son las pizarras y cuarcitas (en las primeras es donde más se encuentran).
La palabra trilobites significa “tres lóbulos”. Se les asignó este nombre porque prácticamente en todas las especies que existieron claramente se distinguen tres partes o regiones en su cuerpo: escudo cefálico (cefalón), tórax y pigidio. Además, longitudinalmente también se le aprecian otras tres partes: raquis (eje torácico) y dos regiones pleurales, una a cada lado del raquis.
ANATOMÍA DE LOS TRILOBITES
El cefalón o escudo cefálico suele tener forma semicircular, en su parte central tiene la glabela y en los laterales las mejillas. La glabela es su zona abultada con un número par de surcos que varía según las especies, lo más general es que sean cuatro.
Cada una de las mejillas está dividida en dos partes por la sutura facial, tiene una parte fija (la interna) o fixigena y la parte móvil (la externa) o librigena. En muchas especies la librigena termina en una espina o punta genal.
Todo el cefalón está limitado por un reborde o surco marginal.
Sus ojos compuestos están situados sobre la sutura facial, la parte móvil sobre la librigena y su cubierta sobre la fixigena. Algunos trilobites los tenían sobre una especie de pedúnculo e incluso hubo algunos ciegos.
El tórax está constituido por segmentos cuyo número varía según la especie. Están articulados, se recubren unos con otros y tienen movilidad. Muchos trilobites podían doblarse sobre sí mismos, llegaban a encajar el pigidio por debajo del cranidio y formaban una bola. Esta posición se ha interpretado como defensa ante un posible peligro (este comportamiento puede observarse actualmente en las cochinillas de la humedad).
Los segmentos tienen una parte central más abultada que coincide con el raquis y dos más planas situadas a ambos lados del raquis. Se ajustan unos con otros.
El pigidio es la parte distal del cuerpo de los trilobites, su forma suele ser semicircular o subtriangular, consta de varios segmentos más o menos definidos y soldados en una sola pieza.
En la parte inferior de su cuerpo tenían el hipostoma, pieza situada debajo del cranidio a la que se le reconoce una doble finalidad: elemento de fijación al fondo marino y parte del aparato bucal. A ambos lados del cuerpo tenía una serie apéndices, los endopoditos, que le servían para reptar y sujetar el alimento. Además solían tener un par de antenas con capacidad sensorial.
En cuanto a su alimentación los había depredadores, carroñeros y filtradores. Los primeros se alimentaban de ostrácodos, estilóforos e hiolites cuando se trataba de especies de trilobites de poco tamaño y si eran de gran tamaño capturaban especies mayores como podían ser otros trilobites, cefalópodos y equinodermos.
Su tamaño como adultos podía ir desde unos milímetros (trilobites Miómeros) hasta más de medio metro (se dieron casos de gigantismo).
En su desarrollo solían tener diferentes fases de crecimiento. A la primera fase se le ha denominado protaspis (era una especie de larva), a la segunda meraspis (con algunos segmentos y pigidio), a la tercera holaspis (similar a un adulto pero de menor tamaño) y a la cuarta fase correspondería el ejemplar ya adulto.
Se desplazaban reptando por el fondo marino o nadando y en cuanto a su reproducción debieron ser ovíparos.
Su cuerpo estaba recubierto por un exoesqueleto constituido por quitina y según iban creciendo se desprendían de él para formar uno nuevo, bien en una pieza o por elementos sueltos de su anatomía (cranídio, torax, pigidio,…).
Trilobites del Cámbrico
ANATOMÍA INTERNA
La anatomía interior de los trilobites era un tanto sencilla. Además de la musculatura que le servía para mover sus apéndices, desplazarse y articular su caparazón en su interior tenían el aparato digestivo, constituido por un saco que hacía las funciones de estómago y que estaba situado bajo la glabela, por el intestino y algunas glándulas que le facilitaban la digestión. Igualmente, disponían de un sistema nervioso que controlaba todos sus procesos vitales.
NOTA:
La presentación que se ha realizado de la anatomía de los trilobites tiene un carácter general. Debe entenderse como una morfología “tipo” o “modelo”. Dado que existieron miles de especies diferentes agrupadas en órdenes y familias en cada uno de estos grupos aparecer rasgos diferenciadores que no se ajustan a un modelo único.
FOSILIZACIÓN DE LOS TRILOBITES
La parte más dura de un trilobite era su caparazón y por tanto la más susceptible de sufrir un proceso de fosilización. Sus órganos internos y sus apéndices articulados raramente se fosilizaban al ser blandos o articulados.
Como ya se ha indicado al ir creciendo sufrían un proceso por el cual su exoesqueleto se desprendía y se formaba uno nuevo. Justamente ese hecho ha supuesto que los restos de los trilobites sean un tanto abundantes y se hayan conservado muchas muestras de ellos.
Lo más destacable es que los ejemplares se encuentren completos, pero en los estratos que los contienen es muy frecuente encontrar partes aisladas de su anatomía externa. A veces no se desprendían de una sola vez, se separaban por partes. Se puede encontrar totalmente aislada cualquiera de estas partes del exosqueleto: cefalón, tórax, pigidio, cefalón y tórax, tórax y pigidio, librigena, cranidio incompleto, hipostoma e incluso pleuras sueltas. Esa separación podía deberse también a la acción de los movimientos del agua del mar en que se encontraban ya sueltas “las mudas”.
Los restos fósiles de los trilobites pueden corresponderse al animal propiamente dicho, a moldes externo o internos.
Para que se produjese la fosilización lo primero que tenía que ocurrir es que el trilobites quedase enterrado en el sedimento del fondo del mar, en un segundo momento sus restos se descomponían y quedaba un molde hueco, con posterioridad el sedimento se “petrificaba” y el molde vacío se iba rellenando mediante un proceso de mineralización. Esta última fase era lenta y podía durar millones de años.
Los trilobites al desplazarse sobre el lecho marino marcaban unas icnitas (huellas de actividad animal) que se conocen con el nombre de cruzianas. Se trata de las impresiones que dejaban al reptar en el sedimento marino. Suelen tener forma alargada, con dos ramas y sobre ellas quedaban marcadas las huellas de sus apéndices (por la posición de estas marcas de puede inferir el sentido de la marcha que llevaba el animal en ese momento). Las hay de desplazamiento, de reposo, de ocultación e incluso de saltos.
Para que la huella se conservase debía quedar cubierta por una segunda capa de sedimentos que hacía de “tapa” de la primera. Tras el proceso de fosilización los sedimentos se transformaban en estratos rocosos y curiosamente es en el estrato superior donde mejor quedaba marcada la icnita. Se trata del molde de relleno de la impresión original.
Las cruzianas suelen localizarse en los estratos de cuarcita armoricana correspondientes al Ordovícico Inferior y Cámbrico.
CRUZIANA GOLDFUSSI
EVOLUCIÓN DE LOS TRILOBITES
Dado que los trilobites existieron unos 300 millones de años dio tiempo más que suficiente para que apareciesen unas especies, desapareciesen otras y lo que es más curioso e importante, que evolucionasen. Su evolución ha quedado manifiesta a través de todas sus estructuras anatómicas.
Cuando un registro fósil es tan extenso en el tiempo y en el número de especies se hace necesario establecer previamente unos criterios a seguir para poder clasificar los hallazgos. Desde ya hace bastante tiempo los paleontólogos se dieron cuenta de lo anterior y procedieron a establecer unos “grupos” en lo que encuadrar los diferentes trilobites aparecidos. En líneas generales se puede indicar que su clasificación sigue estos patrones:
1 – ORDEN – 2 – SUBORDEN – 3 – FAMILIA – 4 – SUBFAMILIA – 5 – GÉNERO – 6 – ESPECIE
En alguna ocasión puede ocurrir que después de estar clasificado un fósil con posterioridad se efectúen estudios más profundos, se descubran nuevas características de él, se haga una nueva clasificación más precisa y se le asigne un nuevo nombre. En estos casos lo más frecuente es dejar la primera denominación como sinónimo y se haga referencia a su autor.
TRILOBITES DEL DEVÓNICO
los Trilobites del ordovícico de navas de estena
En primer lugar hay que hacer constar que aunque aquí únicamente se haga referencia a un único grupo de fósiles, los trilobites, se debe dar por sobreentendido que estos conformaban junto con otros seres un ecosistema. En aquel mundo marino les acompañaban crinoideos, cistoideos, conularias, braquiópodos, gasterópodos, cefalópodos y graptolites.
En la comarca de los Montes de Toledo se localizan diferentes yacimientos del Ordovícico y los más conocidos sin duda son los de Navas de Estena. Esto se debe a que han sido bastante estudiados y son los más prolíficos en cuanto a los hallazgos de diferentes especies fósiles.
Por lo general los fósiles están incluidos en pizarras sedimentarias de color oscuro y de grano fino que constituyen lo que se ha dado en llamar la formación Capas con Tristani.
En cuanto a su edad geológica se encuadran entre los pisos del Oretaniense Inferior y del Dobrotiviense Superior, ambos pertenecientes al Ordovíco Medio. Se les puede asignar una antigüedad superior a los 450 millones de años.
Estos yacimientos ya interesaron en el pasado a paleontólogos de la talla de Daniel Cortázar, Joaquín Gómez de Llarena, Eduardo Hernández Pacheco y José Royo Gómez.
Más modernamente hay que destacar los estudios realizados por María Dolores Gil Cid en la década de los años setenta. Sin duda las nuevas generaciones de investigadores siguieron el camino abierto por ella para llegar a los niveles de conocimiento que se tienen actualmente en este campo.
Se puede afirmar, sin llegar a equivocarnos, que los estudios realizados hasta el momento han puesto de manifiesto la importancia del Ordovícico de los Montes de Toledo. No hay que olvidar que estos yacimientos y otros más se encuentran dentro del Parque Nacional de Cabañeros y esta circunstancia ha posibilitado en gran medida su estudio y difusión.
En total se han encontrado especies diferentes de trilobites pertenecientes a diferentes órdenes.
Los órdenes a los que pueden pertenecen son los siguientes:
- Phacopida – Ashaphida
- Placopida – Odontopleurida
- Corynexochina – Agnostida
- Lichida
Las especies más frecuentes son estas:
– Nesuretus avus – Ogyginus forteyi
– Ectillaenus giganteus – Isabelina glabrata
– Placoparia tournemini – Colpocoryphe rouaulti
TRILOBITES DEL ORDOVÍCICO DE NAVAS DE ESTENA
NOTA FINAL:
La información aquí presentada tiene un carácter de divulgación general. Si se desea ampliar información más específica sobre este tema se recomienda consultar las obras siguientes:
- Lomas Martín, Juan Carlos: “Guía de trilobites del Ordovícico de Castilla – La Mancha y Extremadura”. Asociación Paleontológica Alcarreña NAUTILUS. ISSN: 1889-3643 . 2009
- Gutiérrez Marco, Juan Carlos y otros: ”Guía geológica del Parque Nacional de Cabañeros”. Instituto Geológico y Minero de España y Organismo de Parques Nacionales. Madrid. 2017
- Rábano Gutierrez del Arroyo, Isabel: “Trilobites del Ordovícico Medio del sector meridional de la zona Centroibérica española”. Instituto Tecnológico Geominero de España. ISBN: 84-7840-037-0. Madrid. 1990
Navas de Estena, 25 de Julio de 2023
Javier Tordesillas Ortega